Retomando el emblemático verso “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía” del ahora himno del feminismo “Un violador en tu camino”, mujeres de distintas partes del mundo denunciaron a través de redes sociales sus experiencias de acoso, abuso o violencia, adaptando cada frase de dicho verso a la edad el lugar y la vestimenta que llevaban puesta cuando fueron víctimas de una agresión así.

En busca de romper estigmas y refutar a quienes afirman que las violaciones o casos de abuso ocurren en general a mujeres mayores de edad que se ponen en situaciones de riesgo, Natalia explicó que “con el tuit quería mostrar que esto también ocurre cuando somos pequeñas, no sólo cuando nos ‘exponemos’, como muchos dicen. Y no, nunca tenemos la culpa”.



La chilena reconoció que algo que la impulsó a hacer pública esta dolorosa experiencia fue el hecho de que, dada la crisis política y social que se vive en su país actualmente, “hemos tenido que guardar nuestra identidad por las críticas al gobierno” por lo que, según expresó, el saber que su confesión estaría resguardada bajo un seudónimo —Natty Pato, como se presenta en Twitter— le dio la fuerza que necesitaba para visibilizar lo que le pasó.

La persona que abusó de Natalia era un familiar, lo que, según contó la joven, desató una riña interna en su familia y dividió a sus parientes entre quienes le creyeron y la apoyaron y quienes la atacaron y segregaron por haberlo siquiera insinuado. “Siendo mujer he vivido muchos casos de acoso y abuso, pero ese ha sido el más doloroso por haberse dado en un contexto en el que una debería sentirse protegida, no vulnerable”.



En unas horas, la “confesión” de Natalia utilizando el verso escrito por el colectivo LasTesis ya había hecho eco en miles de internautas que encontraron en ese tuit un símbolo de valentía que sirvió a más personas a decidirse para —por fin— hablar de sus experiencias de manera segura. “No sabía que mi tuit iba a tener tanta réplica, pero sin duda se convirtió en un desahogo colectivo”, dijo la santiaguina, cuya denuncia en redes ha alcanzado más de 50 mil reacciones y ha sido compartida casi en 14 mil ocasiones en cuatro días.

En este contexto, Natalia celebró que hoy se esté tejiendo esta red de apoyo entre mujeres sin distinción de edad o nacionalidad, señalando que encuentra un grito más fuerte dentro de Latinoamérica. “Antiguamente nos criaban para competir entre nosotras y hoy… somos nosotras las que nos estamos dando fuerza”.

Desde Ciudad Guayana, Venezuela, Cristina también se unió a las denuncias colectivas. “Y la culpa no era mía [10 años y ni idea de lo que era un abuso], ni dónde estaba [fiesta de Navidad de mis vecinos], ni cómo vestía [falda de jean y suéter blanco]” , tuiteó. “Cuando me tocaron a los 10 años, yo no sabía qué era un abuso. Era una niña, él un anciano. Pero conforme pasaron los años fui entendiendo que un abuso no es sólo una penetración, el abuso tiene más caras”, dijo a este diario.

La joven de 26 años recordó que en una fiesta navideña de su comunidad, uno de sus vecinos, “un viejo de más de 70 años” como ella lo describió, se sentó a su lado y comenzó a tocar su rodilla, luego su muslo y después “me comenzó a tocar lo que tanto me habían dicho que cuidara”. Cristina, siendo entonces sólo una niña, se sentía incómoda, pero no tenía claro lo que estaba ocurriendo, por lo que decidió gritarle al resto de los niños para que fueran a jugar, y así tener un pretexto para huir. La venezolana pasó alrededor de 12 años de su vida sin saber que había sido víctima de abuso. “Publiqué mi historia porque me di cuenta que aunque no fue violación, tampoco fue una tontería”, dijo. “La consigna me tocó bastante porque es así. La culpa no es mía, ni es tuya, hombre. Es tuya, abusador”. Como en el caso de Natalia, a Cristina también le han escrito muchas personas para ofrecerle su apoyo o para externarle que gracias a ella, tuvieron el valor de publicar sus historias.

Cristina afirmó que ha sido víctima al menos 30 veces de una situación de acoso o abuso. “Me ha pasado muchas veces que en una discoteca me tocan sin mi consentimiento, o me gritan en la calle cuando voy caminado, hoy sé que eso también es violencia”, contó, y lamentó que en muchos países el machismo siga siendo una cultura predominante. “Las personas que me han agredido lo han hecho porque tienen esa misoginia internalizada y creo que eso es lo más preocupante”, alertó.

Con información de El Universal