Dice Billie Eilish, desafiando cualquier ley de la física y de la lógica, que no va a envejecer nunca, que va a ser joven para siempre. Sin embargo, la mayoría de mortales estamos condenados a ver como vamos cuesta abajo y sin freno hacia la vejez.

Las resacas duran más, cada vez salimos menos, la gente adquiere más responsabilidades y hasta incluso empiezas a tener amigos que hasta se casan o procrean. Es entonces, cuando estás en un concierto rodeado de gente menor que tú, que te das cuenta de que los años pesan y que estás hecho una mierda. ¿Pero desde cuándo podemos afirmar que somos viejos? ¿A qué edad empezamos a perder esa vigorosidad tan propia de la juventud?



Según nos cuenta el fisiólogo Jesús Tresguerres empezamos a envejecer cuando terminamos de completar nuestro desarrollo. “Eso sucede sobre los 25 años. Al principio el envejecimiento es muy lento, casi imperceptible, pero ya estamos produciendo los radicales libres que nos oxidan. Ya estamos envejeciendo”, nos dice.

Cuando somos jóvenes nos ocurre lo mismo que a un coche nuevo que tiene el motor perfectamente ajustado: tiene mucha fuerza y se calienta muy poco. Nuestros motorcitos celulares que producen energía a partir del oxígeno y los nutrientes generan mucha energía y pocos radicales libres, moléculas que se generan como resultado de las reacciones biológicas que se producen en las células.



Además se producen también antioxidantes que bloquean más del 90% de nuestra actividad oxidante. Por esto es tan importante conforme tenemos más edad consumir más frutas y verduras para abastecernos de alimentos con estas propiedades. Hacer ejercicio también estimula la producción de antioxidantes con lo que también retrasa el envejecimiento.

“Todos los órganos que están activados y funcionando envejecen menos que los que dejan de hacerlo. También la mente. En general los distintos órganos y sistemas envejecen a velocidades distintas. El pulmón, por ejemplo, al estar en contacto directo con el oxígeno del aire envejece más deprisa”, nos explica Jesús.

“Los hábitos tóxicos (como el alcohol en exceso o el tabaco) así como la comida no saludable y la ausencia de ejercicio y la obesidad aceleran el envejecimiento”, asegura el fisiólogo. Pero a parte de estos elementos científicos también hay una parte sociológica en el envejecimiento.

Según nos cuenta el sociólogo experto en jóvenes y consumo Juan María González, lo que se entiende como juventud en la actualidad es un periodo muy largo y sobrerevolucionado, por lo que tenemos la sensación de haber experimentado muchos cambios en muy poco tiempo.

“Esto es debido, en gran parte, a que una de las bases del consumismo es la rotación constante de modas, experiencias y símbolos y tienen que cambiar rápidamente para que se consuma. Esto nos hace terriblemente viejos, porque te das cuenta del mecanismo no para de girar a toda hostia , todo vuelve y tienes la sensación de que ya lo has vivido antes”, nos dice.

Juan María explica que la juventud como categoría social aparece en los años 50-60 se crea porque son un muy buen nicho de mercado como sujeto y objeto de consumo. A partir de los años 2000 se crean los llamados tweens, que irían entre los 8 y los 11 años. Aparecen como un nuevo nicho de mercado que empezó con Hannah Montana y la generación born to buy. La juventud se adelanta y la adolescencia también.

“Con este fenómeno de la sociedad de consumo los niños adelantan comportamientos hasta entonces reservados a los adultos, tanto en el consumo como en la conducta”, nos explica Juan María González.

Por un lado hemos alargado por delante la adolescencia hasta los 8-9 años y por otro lado ya no llega hasta los 18 años, ahora llega hasta los 22 años. “Lo que antes ni existía (nuestros abuelos y bisabuelos pasaban de niños a adultos) ahora es una etapa muy larga en la que ya no eres niño pero no estás integrado en la sociedad como adulto. Así que los que ahora tienen 25 son una generación vieja ya”.

Juan María González comenta que el tema de las generaciones es algo muy manido por el marketing. “Han bautizado a una generación de nativos digitales como Generación Z, pero realmente el cambio generacional no ha llegado todavía. El verdadero cambio es el de la gente que ahora tiene unos 16 años, chavales que están más concienciados medioambientalmente y que han tomado ya conciencia de que les estamos dejando en herencia un planeta que no van a poder disfrutar”, explica González.

Según dice, esto está provocando una reacción en cadena que acabará en cambio y que les distingue de otras generaciones mayores que han crecido en una sociedad de consumo sin esta concienciación social. “El último vagón de los millennial se da cuenta de que son una generación que han pasado sin pena ni gloria. Que la rebeldía real va a empezar ahora con esta etapa de concienciación. Se topan con una nueva generación que viene pisando muy fuerte y que sí se va a rebelar para cambiar las cosas”, nos dice.

Por eso cuando mis amigos de 25 años me dicen que se sienten viejos cuando ven en discotecas, manifestaciones o por la calle a los chavales que ahora tienen 18 años se sienten viejos. Porque lo son; lo somos. Y por eso nos sentimos como tales: porque detrás viene una generación de jóvenes dispuestos a cambiar y a romper con lo que nosotros hemos aceptado y normalizado.

Con información de Vice