En la era de empezar las relaciones por Instagram y acabarlas por WhatsApp, ponerles fin de manera justa y sin dejar al otro hecho trizas se ha vuelto más complejo. Varias expertas nos guían en el arte de la ruptura digna.

Asumir que no existe un buen momento para romper y no posponerlo.

Excluyendo momentos vitales que puedan ser traumáticos, pero sin perder de vista esa idea que la psicóloga y terapeuta de pareja Pilar Cebrián recomienda tener presente. Nada de esperar a un mejor momento, como que lleguen o pasen las vacaciones o fiestas de Navidad -dos semanas antes de estas se dan el máximo de rupturas anuales, según refleja una infografía de David McCandless y Lee Byron basada en los datos de actualizaciones de estado en Facebook-. “Esta es siempre una mala noticia que dar que, si se evita, genera un bucle en el que al final acabamos haciendo más daño. Hay que asumirlo. Igual que se debe interiorizar que va a ser un trago difícil”, argumenta.



Hacerlo cara a cara.

Una investigación del Pew Research Centre apunta que la tendencia es la inversa: uno de cada seis estadounidenses ha dejado o ha sido dejado a través de mensajes o correos electrónicos. Un táctica más común entre los más jóvenes. “Es más honesto hacerlo cara a cara. A mayor honestidad, más facilidad para que ambas partes se recuperen”, explica a S Moda Teresa Vaquero, sexóloga y terapeuta de pareja en el Centro de Psicología Clínica y Psicoterapia Dr. Higuera. “Las relaciones que más cuesta dejar son las que han sido bonitas. Ante esos casos de sufrimiento y dificultad muchas personas recurren a formas más fáciles de hacerlo, como la vía virtual, con un WhatsApp”. En otros casos, la persona directamente desaparece. “Ese ‘me voy a por tabaco’ es signo de no querer afrontar la ruptura. Son las situaciones más traumáticas. La persona dejada no tiene oportunidad de preguntar y quedan asuntos sin resolver. Algo que en muchos casos deviene en el autocastigo, la culpa y la sensación de abandono. Hacerlo denota una falta de empatía brutal”, añade Vaquero.

En un espacio íntimo y de comodidad.

Además del frente a frente, en relaciones en las que no hay un problema de seguridad que pueda poner en peligro la integridad de la persona, Teresa Vaquero asegura que es clave que la ruptura tenga lugar en un espacio “íntimo, donde haya oportunidad de poder hablar. Romper con alguien en lugares públicos o donde hay muchas personas puede ser un intento por escabullirse y evitar disputas”.



Discurso asertivo, preparado y determinante.

“Identificar mi verdadero deseo y poder expresarlo es clave”. Teresa Vaquero expone que esa capacidad para encontrar la fuerza y contar lo que está pasando, a sabiendas de que se va a herir a la otra persona, es un acto de valentía. “Hay que llegar al momento de la conversación con las ideas muy claras”, añade Pilar Cebrián. “En ocasiones se acaba volviendo a aceptar a la otra persona por lástima. Estemos o no enamorados ya, se dan el instinto de protección por el otro y el sentimiento de culpa por haber tomado la decisión de ruptura”. Otro consejo de Cebrián para abordar el momento de la forma más justa para ambos es “avisar previamente de que vamos a tener una conversación para que esa persona se predisponga emocionalmente. Con un ‘tengo que hablar contigo de algo importante”, por ejemplo.

Sinceridad pero no sincericidio.

“El límite en cuanto a la información que le damos al otro está en que esta no le cause un dolor que pueda ser evitable”, señala Pilar Cebrián. “Es preferible la ‘mentirijilla piadosa’. No es el momento de hacer una crítica constructiva a la otra persona, que estará dolida y puede filtrar la información erróneamente. A la hora de dejar a alguien tenemos que ser generosos. Sabemos que esa persona va a tener que pasar un duelo y que no hay vuelta atrás. No se trata de suavizarlo, pero tampoco culpabilizarle de algo que ya no tiene marcha atrás”. «En casos de infidelidad o terceras personas, contarlo puede resultar más doloroso pero es algo que va a depender mucho de a quién se lo digo. En algunas circunstancias, contarlo puede hacer que la otra persona entienda lo que pasaba y le cuadre entonces la ruptura. En otros, hay que valorar si al ocultarlo y luego descubrirlo la ex pareja el problema se puede volver mucho mayor”, apunta la sexóloga y terapeuta Teresa Vaquero. “Sinceridad pero no sincericidio”.

Asumir la responsabilidad de dejar a alguien.

No echar balones fuera y hacer balance. “Puede ser que la otra persona me haya hecho daño y que entonces yo lo utilice para tapar el sentimiento de culpa que es habitual que surja en estas situaciones. Nos autoconvencemos con que te hago esto porque tú me hiciste aquello a mí”, explica Vaquero. Pero según apunta, “es mucho más saludable aceptar la culpa aunque haya cosas del pasado que te hayan llevado a hacerlo. Mejor estar abierto a afrontar todas las emociones y aceptar la parte que nos toca. Cuando hay hijos de por medio el discurso muchas veces cambia y se culpa a la otra persona delante de los niños (‘tu madre me hizo esto y por eso ya no estamos juntos’). Eso los hace polvo. Se debe asumir la decisión que, como adultos, hemos tomado”.

Dar oportunidad a que la otra persona se exprese.

Las expertas entrevistadas aconsejan que la otra persona esté al tanto previamente de que se va a tener una conversación, que el espacio sea íntimo y privado y que se tenga claro el discurso. “Como en todo proceso de comunicación, lo que no podemos controlar es la reacción del receptor. Es importante brindarle ese espacio de expresividad emocional para que responda”, recuerda la psicóloga Pilar Cebrián. Vaquero subraya que, “ese espacio le facilita el duelo”. Cuando no se ha tenido porque la persona ha desaparecido, no se ha hablado la ruptura cara a cara o, simplemente, se ha soltado la noticia sin dar lugar a preguntas o explicaciones, “muchas personas acuden a la terapia precisamente para darle salida a esas emociones y validar ese dolor que sienten, que es fundamental para poder superarlo”.

No machacarse con la culpa.

El rol de malo de la película será asignado casi automáticamente a quien ha decidido poner fin a la relación. Asumir la parte que toca y ser consciente de que la situación no va a ser cómoda de ninguna manera entra dentro de las recomendaciones que sugieren las terapeutas de pareja. ¿Cómo lidiarlo? “En caso de que la culpe pese mucho, echaría mano de la autoestima. Si la tienes en buenas condiciones, eres consciente de que en la vida hay cosas agradables y desagradables. Y a veces nos tenemos que sentir mal. Mejor aceptar desde el principio que va a haber una parte en este proceso en la que lo vamos a pasar mal”, dice Lourdes Ruiz Gordo, psicóloga especializada en terapia de pareja.

La opción de recurrir a un mediador.

Bien por la dificultad del problema a manejar, bien por el tipo de relación o por la situación familiar que se tenga con la pareja, se puede echar mano de la figura mediadora. En palabras de Trinidad Bernal, doctora en psicología, directora del Centro de Resolución de Conflictos Apside y directora del primer Programa Público de Mediación en ruptura de pareja, a S Moda: “Si la persona está impactada y tiende a no creerse la ruptura, la figura del mediador le ayudará situarse en la realidad de una manera comprensiva del momento por el que está pasando. Si tiene cambios emocionales bruscos, el mediador explicará que es una situación normal y tiene que ver con el ajuste emocional que hay que hacer, y eso tranquiliza. Cuando la culpa apremia a cada uno pensando que se deberían haber hecho las cosas de otra forma, el mediador recuerda que la responsabilidad en la relación es compartida. Es una constante de realidades que fomenta los procesos interactivos y ayuda a cada uno en su contexto”.

Tomado de El País