La Biblia está llena de historias de personas que sufrieron. En el Salmo 22, el escritor clama: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Salmo 22.1). Cuando estamos inmersos en el dolor, también tenemos preguntas y podemos clamar al Señor, o podemos retirarnos en silencio como Job, quien sufrió pérdidas terribles (Job 2.13). Pero no importa cómo experimentemos la angustia, no estamos solos: el Padre celestial entra en nuestro dolor y nos consuela.

Los profetas del Antiguo Testamento sabían que el Mesías venidero sería “un varón de dolores, experimentado en quebranto” (Is 53.3). Ellos anunciaron a Aquel que “cambiaría nuestro lloro en gozo” (Jer 31.13). Cientos de años después, estas promesas se cumplieron por medio de la vida de Cristo.



PIENSE EN ESTO

En la cruz, Jesucristo hizo eco del Salmo 22. En medio de su sufrimiento, ¿alguna vez ha clamado su propio “por qué?”. Note que el Salmo 22 comienza con un grito y termina en alabanza. Este es un patrón que vemos en la historia de Job: a pesar de todas sus dificultades, se mantuvo esperanzado y fiel. ¿Cuáles son algunos pasos que usted puede dar para encontrar esperanza en una situación difícil?



Fuente Encontacto.org