La decisión inédita del papa de remover al cardenal italiano Angelo Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, al que le retiró todos sus derechos como purpurado, desató un verdadero escándalo que apunta contra las controvertidas inversiones del Vaticano.

Becciu, que fue Sustituto de la Secretaría de Estado del Vaticano entre 2011 y 2018, uno de los cargos más poderosos de la Curia romana, es mencionado en múltiples ocasiones en el marco de una investigación interna, iniciada hace un año, sobre los opacos montajes financieros de la Santa Sede.



La investigación ordenada por el papa Francisco demuestra que existía un entramado de empresas y fondos que con la autorización del cardenal Becciu terminaron por crear un agujero de cerca 454 millones de euros, según una extensa investigación del semanario italiano L’Espresso.

 

– Se prepara el juicio –

 

El prelado, de 72 años, que niega toda malversación de los fondos, será procesado en el curso de un nuevo juicio, según adelantaron varias fuentes vaticanas.



La oficina de prensa del Vaticano anunció además este lunes el nombramiento de un nuevo fiscal para el equipo de juristas que investigan el caso.

Se trata del profesor Gianluca Perone, experto en Derecho Comercial de la Universidad romana de Tor Vergata, encargado de estudiar las complejas tramas financieras internacionales.

Con el juicio se quiere destapar la olla podrida dentro del Vaticano, ya que el cardenal, que gozó por años de la confianza del papa argentino, disponía de fondos reservados por cerca de 700 millones de euros (812 millones de dólares), inclusive aquellos provenientes de las donaciones al papa.

Becciu, que reaccionó indignado, pidiendo al papa el derecho de defenderse y al mismo tiempo insinuando que el pontífice está siendo manipulado, será juzgado probablemente junto con cinco de sus colaboradores y el antiguo director de la Autoridad de Información Financiera.

 

– Una tempestad en el Vaticano –

«Hay una tempestad en el Vaticano y en pocos días será la jornada para la donación al papa, el llamado Óbolo de San Pedro. Hay que ver las repercusiones que eso puede tener», comentó a la AFP el vaticanista Marco Politi, autor de numerosos libros sobre el pontificado.

Para muchos observadores y expertos en asuntos del Vaticano, el papa lanzó una campaña final para hacer limpieza dentro de la máxima institución de la iglesia católica, la Secretaría de Estado, considerada hasta hace poco como intocable.

«Con su gesto, Francisco quiso demostrar que no existen santuarios, que no existen feudos intocables», explicó Politi.

Por siglos la ropa sucia se lavaba en casa y nunca había sido autorizado el allanamiento por orden judicial de esa entidad, como ocurrió en octubre del 2019, cuando se registraron las oficinas de Becciu.

«Llegó la hora de la transparencia», advirtió hace pocos meses el papa Francisco, quien seguramente tiene importantes informaciones sobre el complejo sistema de «cajas chinas» con intermediarios amigos y empresas a nombre de familiares, que invertían en paraísos fiscales.

Según el semanario, el «modelo Becciu» pasaba por Luxemburgo, Malta y Asia y gozaba de una amplia capacidad de ocultación y tránsito.

«El caso de la compra y venta del lujoso edificio de Londres es la última historia de una serie de inversiones en las que la Santa Sede ha gestionado mal y ha perdido mucho, dejando en la calle cientos de millones de euros. Todo esto nació no sólo de una mala gestión, sino de un plan consolidado detrás del papa Francisco, en el que el cardenal Becciu prefirió mantener sus intereses privados», escribe el diario.

– El «modelo Becciu» –

Becciu, que fue nuncio en Cuba, un cargo diplomático sumamente delicado, contrató a la empresa de carpintería del hermano para amueblar algunas iglesias de la isla, debido a que no había ningún tipo de control sobre ese tipo de contratos, sostiene la publicación que se basa en documentos y recibos.

Un sistema que había utilizado anteriormente en Angola, durante los años en que fue nuncio y en los que conoció al controvertido empresario italiano Enrico Crasso, quien envió fondos vaticanos a paraísos fiscales con pocas ganancias para la Santa Sede, según la investigación de la revista.