El gigante chino de las telecomunicaciones Huawei anunció el martes que ha vendido su marca de teléfonos Honor, una operación, según la empresa, necesaria para salvar esta marca ante las «terribles» presiones que provocan las sanciones estadounidenses en la cadena de suministro.

Un consorcio de 40 empresas chinas compraron Honor, entre ellas, distribuidores, agentes y otras sociedades cuya supervivencia depende de esta marca, que vende teléfonos baratos, indicaron Huawei y este consorcio en comunicados separados.



Huawei, uno de los tres principales fabricantes de teléfonos inteligentes en el mundo, aseguró que su producción de aparatos para usuarios poco exigentes «está sometida a terribles presiones», ya que el grupo no logra suministros de componentes electrónicos debido a las sanciones que le ha impuesto Estados Unidos.

«La venta ayudará a los vendedores y proveedores de Honor a superar este periodo difícil», estimó en un comunicado el grupo con sede en Shenzhen, sur de China.



Honor, marca destinada principalmente a los jóvenes y presupuestos bajos, vende, según Huawei, unos 70 millones de teléfonos al año.

Huawei ya no dispone de ninguna acción y «no está implicada en la gestión del negocio ni en la toma de decisiones de la nueva empresa Honor», precisó.

Huawei está en el punto de mira de la administración del presidente Donald Trump, que sospecha que hace espionaje a favor de Pekín. El pasado militar del fundador de la empresa, Ren Zhengfei, así como su pertenencia al Partido Comunista Chino, han alimentado las sospechas sobre la influencia del régimen en el grupo.

El gobierno estadounidense ha adoptado medidas para expulsar a Huawei del mercado en Estados Unidos, disuadir a las compañías estadounidenses de colaborar con la compañía, y cortarle el suministro mundial de semiconductores y otros componentes.

Washington ha multiplicado las presiones a sus aliados para que prohíban el equipamiento 5G de Huawei, arguyendo los riesgos en términos de ciberseguridad.

Huawei ha desmentido las acusaciones estadounidenses, y atribuye la ofensiva a que es víctima del deseo de Estados Unidos de eliminar a un poderoso competidor.