Desde el principio de la creación Dios se preocupó por darnos lo mejor, y lo vemos con Adán y Eva, a quienes puso a vivir en el Edén, un lugar puro y santo. Les proveyó todo para su sustento y que nada les faltara, para que pudieran vivir felices y tranquilos toda la vida. Por esa razón, les advirtió del peligro si comían del árbol de la ciencia del bien y del mal, para que nada perdieran de lo que Él les había dado.

Así vemos cómo de una manera tan fácil se dejaron quitar la bendición, al hacerle caso a la serpiente y no retener en sus corazones la palabra que Dios les dijo. Igual está pasando con nosotros; no sabemos mantener las bendiciones por estar prestando nuestros oídos a las voces extrañas que nos hablan y cuyo propósito es apartarnos del bien.



Debemos retener cada palabra que nos asegura la bendición y no olvidar las advertencias que nos hace para no caer en la trampa del maligno. Puesto que ya conocemos lo mentiroso que es, no podemos permitirle que nos saque del lugar donde hemos sido puestos por disposición soberana de Dios.

Por la Pastora Montserrat Bogaert/ Iglesiamontededios.org.do