Dos días antes de convertirse en el 46º presidente de Estados Unidos, Joe Biden impulsó el lunes la unidad nacional con tareas de voluntariado, mientras el saliente Donald Trump sigue atrincherado en la Casa Blanca en una capital repleta de tropas y barreras de seguridad.

En el Día de Martin Luther King Jr., un feriado que los estadounidenses dedican tradicionalmente al servicio comunitario, el futuro presidente demócrata participó en la distribución de alimentos para una organización benéfica en Filadelfia.



«El servicio es una forma adecuada de comenzar a sanar, unir y reconstruir este país que amamos», dijo Biden en un video en Twitter.

Pero este gesto del demócrata de 78 años, que simboliza sus pedidos de reconciliación tras cuatro años de polarización política, se enfrenta a la dura realidad de múltiples crisis.



La pandemia de covid-19 golpea sin tregua a los estadounidenses, la distribución de vacunas trastabilla y la recuperación económica sigue incierta.

Y tras el rechazo de Trump de aceptar su derrota electoral en noviembre, la nación está más dividida y crispada que nunca.

 

– ¿Amenaza interna? –

 

Washington sigue conmocionada por el asalto al Capitolio el 6 de enero, cuando simpatizantes de Trump invadieron la sede del Congreso en un intento de invalidar la victoria de Biden.

La toma dejó cinco muertos y provocó la segunda acusación de Trump por parte de la Cámara de Representantes, esta vez por «incitar a la insurrección», luego de ser absuelto por el Senado de otro proceso de juicio político el año pasado.

Cuando Biden preste juramento el miércoles al mediodía en la fachada oeste del Capitolio, hasta 25.000 efectivos de la Guardia Nacional patrullarán la ciudad.

La enorme explanada del «National Mall», donde los estadounidenses suelen acudir en masa para asistir a la ceremonia cada cuatro años, también estará cerrada.

Los puestos de control y las zonas de acceso bloqueado significan que habrá unos pocos invitados. Medidas similares se implementaron en los Capitolios estatales de todo el país, donde las autoridades locales temen provocaciones de grupos de derecha.

Casi 70 manifestantes fueron formalmente acusados de participar en el asalto al Capitolio y cientos de personas están siendo investigadas, entre ellas, legisladores y exmiembros o miembros activos de la policía.

El secretario de Defensa interino dijo que el Ejército y el FBI estaban investigando a los efectivos de la Guardia Nacional, que portan armas, en caso de que alguno representara un riesgo para la seguridad.

«Si bien no tenemos inteligencia que indique una amenaza interna, estamos moviendo cielo y tierra para asegurar la capital», dijo Christopher Miller.

Un ensayo de la ceremonia de investidura debió ser interrumpido el lunes por una «amenaza externa», informó la Policía, aunque luego dijo que había sido una falsa alarma.

El legendario cantante de música country Garth Brooks anunció por otra parte que participará en los actos musicales, en los que ya anunciaron su presencia Lady Gaga y Jennifer Lopez.

 

– Trump sopesa indultos –

 

Trump, que todavía no ha felicitado a Biden ni lo ha invitado a tomar el té en la Oficina Oval como es costumbre, ha estado en gran parte ausente de la escena política en los últimos días.

El lunes, una encuesta de Gallup mostró que Trump dejará el cargo con un 34% de aprobación, su mínimo histórico. Su promedio general del 41% desde que asumió en 2017 también es el más bajo de los índices de aprobación de toda presidencia desde que Gallup comenzó a medirla en 1938.

El mandatario republicano prevé partir temprano el miércoles hacia su residencia en Mar-a-Lago, Florida, convirtiéndose en el primer presidente en no asistir a la juramentación de su sucesor desde Andrew Johnson en 1869.

El helicóptero Marine One lo llevará de la Casa Blanca a la Base Conjunta Andrews para tomar el Air Force One, el avión presidencial que ya no podrá usar a partir del mediodía. Y según reportes de Bloomberg, estaría organizando una despedida militar para sí mismo.

Pero antes, según CNN y otros medios, el multimillonario tiene previsto conceder clemencia a un centenar de personas.

Los posibles indultos más controvertidos serían para Edward Snowden, Julian Assange y el ultraderechista exasesor de Trump, Stephen Bannon.

En los últimos meses, Trump ha indultado a colaboradores y familiares condenados en la investigación por una posible colusión entre Rusia y su equipo de campaña en 2016. Todos tenían en común su falta de cooperación con la justicia.

«¿Y si Trump perdona a los terroristas que irrumpieron en el Capitolio?», se preguntó incluso la líder de los demócratas en el Congreso, Nancy Pelosi.

Aumenta además la especulación sobre si Trump dará el paso sin precedentes, y legalmente turbio, de otorgarse indultos preventivos a sí mismo y a sus hijos, que han sido asesores de campaña y de la Casa Blanca.

Si lo hiciera, sería un final políticamente explosivo para su ya tumultoso mandato y podría generar ira entre los republicanos en el Senado, donde se espera que comience pronto un juicio político en su contra.