«Treinta días trae noviembre, con abril, junio y septiembre. De 28 solo hay uno, y los demás, de 31». Seguramente muchas personas acudan a esta regla nemotécnica para recordar cuántos días tiene cada mes. Y, aunque la costumbre hace que se le dé poca importancia, destaca la única excepción que supone uno de ellos: ¿por qué febrero solo tiene 28 días?
El cómputo del tiempo y su distribución es una invención humana. Como lo son las creaciones (relojes, calendarios…) para llevar a cabo esa cuenta. Pero está basado en la naturaleza. En concreto, los años tienen como referencia el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del Sol (algo más de 365 días), mientras que los meses buscan mantener el ritmo del ciclo lunar (unos 29,5 días).
Pero entonces, ¿por qué el mes de febrero no tiene 30 días? Como en muchas otras cosas, todo comenzó con los romanos.
Indica Carlos Galán Feced en computerhoy.com que hay que retroceder hasta el siglo VIII a.C. para ir al origen de la explicación, como cuenta Muy Interesante.
Por entonces, los romanos seguían el calendario de Romulus, que mostraba varias importantes diferencias respecto al actual: empezaba en marzo, con el equinoccio de primavera; y enero y febrero ni siquiera existían aún, ya que eran meses poco productivos para la agricultura y, por tanto, de escaso interés.
De esta forma, el calendario tenía diez meses, cada uno de ellos con 30 o 31 días, para un total de 304:
Martius: 31 días
Aprilius: 30 días
Maius: 31 días
Junius: 30 días
Quintilis: 31 días
Sextilis: 30 días
Septembris: 30 días
Octobris: 31 días
Novembris: 30 días
Decembris: 30 días
No fue hasta la llegada del rey Numa Pompilio, sucesor de Rómulo, cuando se decidió adaptar el calendario a los 12 ciclos lunares, para lo que en el 731 a.C. se añadieron enero y febrero al final del año y se buscó llegar a los 355 días.
En este punto entró en juego la superstición: para evitar la cifra par, que creían un augurio de mala suerte, cada mes quedó con 29 o 31 días. Sin embargo, uno de ellos debía tener un número par, para poder llegar a esos 355 días. El elegido fue uno de los menos importantes que habían sido añadidos posteriormente, y el último del calendario: febrero, que quedó con 28 días.
Con el paso de los años se sucedieron diferentes cambios, que incluso llegaron a incluir un mes bisiesto, y la última palabra la tuvo Julio César. El mítico emperador llevó el calendario hasta los 365 días, para que coincidiese con el de la Tierra y el sol. Febrero, que había pasado del final al inicio, se mantuvo con 28 días. Los mismos que sigue teniendo en 2021, 20 siglos después.
Este artículo fue publicado en Business Insider España por Carlos Galán Feced.