Santo Domingo.-Los 31 años de sangrienta dictadura de Rafael Leonidas Trujillo incidieron en la conducta de los dominicanos con efectos traumáticos como el miedo, desconfianza, hermetismo, autoritarismo, y machismo, que 60 años después pueden detectarse en el comportamiento de algunas personas.

Las consideraciones fueron expresadas por el historiador Juan Daniel Balcácer, quien expresó que por lo menos dos generaciones tardaron para superarse, o sea, más de 40 años.



Dijo que todavía hoy, 60 años después de la desaparición del dictador, pueden encontrarse rastros, herencias, de ese régimen despótico.

Indica Tomás Vidal Rodríguez en el periódico EL NACIONAL que, sin embargo, el historiador Balcácer está convencido que a seis décadas del tiranicidio, la sociedad está muy distante de cuanto significó el régimen dictatorial que encabezó Trujillo desde el 16 de agosto de 1930 al 30 de mayo de 1961.



«La dictadura de Trujillo fue sangrienta, muy sangrienta, original y en sentido general las dictaduras, cortas o largas, son perversas y nada deseables», y la de Trujillo no se puede comparar con la de otros países, porque cada nación tiene sus particularidades de conformidad con el grado de desarrollo que ha alcanzado», dijo el historiador.

Los asesinatos

El Museo Memorial de la Resistencia Dominicana, localizado en la calle Arzobispo Nouel, de la Ciudad Colonial, tiene registrados más de 50 mil asesinatos durante la Era de Trujillo y aumentan en la medida que visitan pueblos remotos, según los registros aportado por su directora, Luisa De Peña Díaz.

Lo que significa que de las 50,000 personas asesinadas, un promedio de 1,666 eran ejecutadas cada año durante la dictadura de Trujillo y 138 cada mes, según los registros del Museo Memorial de la Resistencia Dominicana.

La mayor cantidad de muertes se produjo en Santo Domingo, Santiago, Salcedo, San Pedro de Macorís, San Francisco de Macorís y Puerto Plata, donde se desarrollaban los núcleos de la resistencia contra la dictadura.

El ajusticiamiento
Fue la noche del 30 de mayo de 1961, día en que el dictador después de realizar su jornada de trabajo normal en el Palacio Nacional y salir de caminata con su escolta por la avenida Máximo Gómez en dirección al mar Caribe, cuando decidió visitar San Cristóbal (ciudad de donde era oriundo), sólo acompañado de su chofer.

Mientras hacían la ruta por la carretera Santo Domingo- San Cristóbal, a velocidad normal, posiblemente 60 kilómetros por hora, a la altura del kilómetro 9, lo esperaban un grupo de hombres que había decidido darle muerte, y justo a las 9:45 de la noche, cruzó el carro de Trujillo, el teniente Amado García, que era de la Guardia Presidencial lo identificó.

De inmediato los ajusticiadores abordaron sus vehículos alcanzándolos algunos kilómetros más adelante Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio de la Maza, Amado García Guerrero, Manuel «Tunti» Cáceres Michel, Juan Tomás Díaz, Roberto Pastoriza, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert Barrera, Pedro Livio Cedeño y Huáscar Tejeda comenzaron a disparar sus armas sobre el carro de Trujillo.

El chofer de Trujillo, sargento Zacarías de la Cruz, se estacionó a la derecha y junto a Trujillo pretendieron hacer resistencia al ataque, pero fue imposible el dictador murió al recibir siete impactos de bala.

Zacarías de la Cruz, quedó herido en lugar, pero no perdió la vida, aunque fue dado por muerto por los ajusticiadores.
El vehículo recibió más de 60 impactos de bala de diversos calibres.

Según los historiadores los ajusticiadores recogieron el cadáver de Trujillo lo introdujeron en uno de los vehículos en que ellos se transportaban y partieron de vuelta a la ciudad de Santo Domingo en busca del teniente general Pupo Román, entonces secretario de las Fuerzas Armadas durante el último período de la dictadura de Trujillo, quien sabía plenamente de los planes orquestados para asesinar al tirano, pero no apareció y mucho menos respondió el teléfono.

Ante esa realidad los ajusticiadores reflexionaron sobre lo que enfrentaban y salieron a proteger a sus familias y luego a esconderse cada cual por su lado, otros en pareja.

En horas de la madrugada fue localizado el cadáver de Trujillo y de inmediato todos los servicios de seguridad se activaron. La persecución era intensa, al día siguiente primero de junio de 1961, el país vivió uno de los días más tensos que registra la historia.

El funeral de Trujillo se realizó el 2 de junio del mismo año, con los honores de estadista, encabezado por Joaquín Balaguer, quien era el Presidente de la República, una larga procesión lo acompañó desde el Palacio Nacional hasta la localidad de San Cristóbal, donde fue enterrado.

Miles de personas de todos los estratos sociales desfilaron ante el féretro con los restos de Trujillo. El presidente Joaquín Balaguer pronunció el panegírico.

Un apunte

Las armas
Se cree que las armas proporcionadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de los Estados Unidos, las cuales estaban ocultadas por el estadounidense Simon Thomas Stocker, “Wimpy”, como también se le conocía, propietario del único supermercado en el país, en ese entonces, y residente en la República desde 1942, fue contactado por la CIA bajo el nombre clave de “Héctor”. Stocker rehusó la remuneración de la CIA por sus esfuerzos, aduciendo su convicción moral.