Natasha Romanoff, conocida como Viuda Negra, es una de las superheroínas de cabecera del catálogo de cómics de Marvel.

Fue creada en los años 60 por Stan Lee junto el guionista Don Rico y el ilustrador Don Heck. Desde su comienzo es presentada como una espía rusa que deserta de la Unión Soviética hacia los Estados Unidos para operar como una agente de la organización ficticia S.H.I.E.L.D. y también como miembro Los Vengadores.



Aunque antes no era tan famosa fuera de las historietas de Marvel, en los últimos años ha alcanzado un impacto significativo en la cultura popular gracias a la manera en que Scarlett Johansson la interpreta en algunas de las películas del Universo Cinematográfico de Marvel como “Los Vengadores”.

Una película sobre el personaje estaba en desarrollo durante muchos años, pero desafortunadamente nunca se pudo concretizar. No fue sino hasta nuestros días, luego de recuperar los derechos del personaje, que Marvel llegó a un acuerdo con Johansson para finalmente rodar una película sobre los orígenes de Viuda Negra.



Indica Yasser Medina en el Nuevo Diario , que esta película, estrenada recientemente en las salas de cine y en la plataforma de streaming de Disney+, tiene como título “Viuda negra” y trata, en efecto, de los inicios de Natasha Romanoff como la espía pelirroja del acento ruso con el carnet de vengadora. Es la cuarta película de la directora australiana Cate Shortland.

No tenía muchas intenciones de verla porque Viuda Negra siempre me ha parecido una superheroína sin matices, pero de casualidad aprovecho su disponibilidad para sumarme a la tendencia de la actualidad.

Y a decir verdad está más allá de mi compresión que tenga semejante aclamación, sobre todo porque es una historia de origen aburrida y carente de ritmo que me arrebata dos largas horas de mi vida con los insulsos set-piece de acción y una trama rutinaria que coloca, a través de unos personajes bastante anodinos, el típico discurso sobre el núcleo familiar y el empoderamiento femenino que anda de moda por todo Hollywood.

Ni siquiera la química de ese par conformado por las fabulosas Scarlett Johansson y Florence Pugh consigue disipar mi indiferencia ante lo que veo, pero dispongo a quedarme hasta el final para ver cómo termina el barullo.

El argumento de la película me parece bastante mecánico porque, en cierta medida, desarrolla de una manera previsible y muy artificiosa los tropos habituales de la narrativa de espionaje internacional, con las secuencias aparatosas de acción que de forma episódica terminan en tiroteos y persecuciones por las calles de una ciudad famosa o instalaciones militares ultra secretas.

Sin embargo, la acción se ejecuta de una manera muy blanda que no supone para mí nada emocionante. Me da la impresión de haberla visto varias veces en las misiones imposibles de Ethan Hunt y de James Bond. El pastiche es axiomático, pero a diferencia de esas, se despliega a través de la mirada de una espía que habita un mundo de superhéroes.

Cada uno de los personajes de Shortland responden a estereotipos colocados para hablar en la superficie sobre el significado de la familia, la hermandad y el empoderamiento producto de la ola feminista que ya es obligatoria en todas las producciones veraniegas protagonizadas por una actriz.

Habla sobre el poder de la unidad familiar para solventar los problemas que se presentan en la vida cotidiana de gente que vive en la clandestinidad, pero también, de forma subterránea, enuncia que solo la mujer, independiente y sin necesidad de ayuda masculina, tiene el poder necesario para acabar con el patriarcado institucionalizado que oprime sistemáticamente a las mujeres lobotomizadas desde que son unas niñas.

Supongo que lo único que me hace permanecer hasta el final de este ejercicio fatigoso de superhéroes a cargo de Shortland es la química que demuestran Johansson y Pugh. Es palpable en varias escenas, como si fueran hermanas en la vida real. Ellas tienen cierta pericia física para las escenas de riesgo y los combates cuerpo a cuerpo.

Pero eso me importa poco porque, como acabo de decir, las secuencias de acción no sirven para nada. Ni siquiera los diálogos que recitan remueven la puerilidad. Pugh, como la dura y sarcástica hermana menor afligida por los lazos familiares, no me causa gracia con el acento ruso fingido ni con los chistes de una sola línea.

Y Johansson luce algo cansada como la agente rusa entrenada para matar que siempre cae al suelo con la misma pose, como si solo deseara cobrar el cheque de Feige y sepultar el personaje para siempre. Por suerte la despedida cursi incluye una lápida en el cementerio para impedir, digamos, cualquier intento posible de revivirla para una secuela. Es una de las peores películas que he visto del UCM.

Ficha técnica
Título original: Black Widow
Año: 2021
Duración: 2 hr 13 min
País: Estados Unidos
Director: Cate Shortland
Guión: Eric Pearson
Música:  Lorne Balfe
Fotografía: Gabriel Beristain
Reparto: Scarlett Johansson, Florence Pugh, Rachel Weisz, David Harbour, Ray Winstone,
Calificación: 4/10