Ahora el señor Luis Peña Valdez no aparece, después de ser libertado tras pasar 12 años en la terrible cárcel de La Victoria y a pesar de que le estaban haciendo diligencias para que obtuviera sus documentos. Además, su “desaparición” se produce cuando las autoridades estaban tratando de ayudarlo.

Eso lo cuenta el abogado Ricardo Mujica, representante de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), a través de un contacto telefónico con este medio.



Indica Ling Almánzar en EL NUEVO DIARIO que según él, Peña Valdez se estaba quedando alojado en las oficinas de la CNDH hasta que pudiera estabilizarse, pero el hombre quería irse para su pueblo -Batey Verde, en Sabana Grande de Boyá-, lo que habría hecho el jueves. Decía que deseaba ver a su hijo.

Inclusive, ese mismo día Peña Valdez iba a tener una entrevista en un programa de televisión, pero cuando lo fueron a buscar -¡oh sorpresa!- ya no estaba, por lo que la Comisión le está haciendo un encarecido llamado. El día antes, los productores del programa lo habían visitado, le habían entregado un presente y habían concertado la entrevista.



Además, el Plan Social de la Presidencia le había ofrecido ayuda, mientras algunas personas le habían regalado un celular al que le iban a poner un chip el mismo día que “se desapareció”.

Desde que alcanzó la libertad, después de 12 largos años encarcelado, Peña Valdez se convirtió en una sensación mediática: entrevistas, contacto con periodistas y cámaras de televisión. En una de esas entrevistas, los camarógrafos le reunieron una ayuda. Era un retrato vivo de la injusticia, y por ello desató la solidaridad humanitaria de la gente.

Él, albañil de 55 años, delgado, canoso, mirada penetrante y frente redonda, ha contado que tuvo un incidente con un ingeniero que lo mandó a una oscura celda de La Victoria, donde pasó 12 años. Su historia parece sacada de “La casa muerta, el sepulcro de los vivos”, la estremecedora novela de Dostoyevski que hizo llorar al mismo zar.

El novelista mastica su exilio en Siberia, cuyo frío le encogía hasta los huesos y donde lo obligaban al trabajo forzado, tras ser condenado a muerte por conspirar contra el zar. Este, movido a misericordia, le conmutó la pena por el cruel destierro en Siberia. Peña Valdez tiene muchas cosas que contar, más de las que hasta ahora ha contado.

¿Dónde está para seguir contando?-