La Unidad de Prevención y Persecución de la Violencia de Género, Intrafamiliar y Delitos Sexuales del Distrito Nacional informó del arresto del expelotero Juan de Dios Encarnación Santiago, a quien se le imputa el delito de agresión sexual contra una hija de 11 años de edad.
El Ministerio Público de esta jurisdicción, representado por la fiscal Eliana Concepción Ulloa, indicó que en las próximas horas le será conocida la medida de coerción al exjugador de Grandes Ligas, quien se encuentra detenido en el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva.
La Fiscalía del Distrito Nacional informó, a través de un comunicado de prensa, que solicitará la medida de coerción consistente en prisión preventiva, ya que el imputado no ofrece garantías para presentarse a los actos del procedimiento y someterse a los mismos.
Según el expediente de solicitud de medida de coerción, Encarnación Santiago cometió el hecho en mayo de 2021, mientras la menor dormía en su habitación y éste aprovechó para entrar y tocar sus partes íntimas.
A través de un comunicado de prensa, la Fiscalía del Distrito Nacional informó que la denuncia fue interpuesta por la madre de la menor.
El órgano acusador ha otorgado al presente hecho la calificación jurídica de violación a los artículos 332-1 y 332-2 del Código Penal Dominicano y al artículo 396 literal (b) y (c) de la Ley 136-03 del Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes.
Según supe, Juan Encarnación es un hombre muy serio y de buena familia, la gente no cree que él haya cometido semejante hecho, hay que averiguar muy bien el caso y determinar si la esposa lo acusa en venganza por algo que él descubrió en el pasado ? Muchas gracias!!
Se supone que un hijo lo traes al mundo y es tu responsabilidad cuidar y proteger, de los malo que pueda pasar para su bienestar y este le destruye su futuro y el de el ,que triste
Que asqueroso. Tanto dinero para buscar cueros o prostitutas y mira lo que hace. Enfermo !! Bicho del demonio, ahoras tendràs una hija traumada por un Padre rastrero