Veles» es un nombre ligado a la desinformación: una ciudad de Macedonia del Norte centro de producción mundial de «fake news». Esto motivó al fotógrafo Jonas Bendiksen a explorar los límites de la imagen, inventando un reportaje que consiguió pasar los filtros de verificación de la profesión.

En agosto de 2016, el diario británico The Guardian reveló que había identificado decenas de sitios falsos de información pro Trump y más de 150 dominios web registrados en la pequeña ciudad de Veles, en Macedonia del Norte.



Tras la elección de Trump, la atención mediática internacional puso sus ojos en esta ciudad de 44.000 habitantes, convertida en un centro mundial de producción de «fake news».

La tecnología «deepfake» abría la posibilidad de crear imágenes desde cero gracias a la inteligencia artificial. Por eso, con 20 años de experiencia a sus espaldas, el fotorreportero noruego de la Agencia Magnum, Jonas Bendiksen, «empezaba a tener problemas para diferenciar entre las imágenes artificiales e imágenes reales», cuenta en una entrevista con la AFP.



Jugando con la historia de la ciudad, y la mitología en torno a un dios eslavo llamado a su vez «Veles» (asociado a la magia, la riqueza, y conocido por su carácter burlón), Bendiksen publicó en abril de 2021 «The Book of Veles», un fotorreportaje en forma de libro cuyos protagonistas son personas creadas en 3D.

El noruego esperó durante meses a que su fraude fuera destapado. Quería provocar una reflexión sobre el peligro de las imágenes fraudulentas. Pero como nadie lo destapó, Bendiksen decidió presentar su trabajo en el prestigioso festival francés de fotoperiodismo «Visa pour l’image» en Perpiñán (sur). Y fue aceptado.

– «Pequeño Frankenstein» –

«Empecé a reflexionar de lo cerca que estábamos del momento en que alguien podría, sin necesidad de formación previa, fabricar por sí mismo imágenes artificiales que podrían pasar cualquier filtro» entre los profesionales del fotorreportaje.

«Rápidamente vi que la respuesta a esta pregunta era aterradora. Así que quise hace un test».

En una entrevista en la sede de la Agencia Magnum, Jonas Bendiksen detalla cómo usó programas informáticos del mundo de los videojuegos y del cine para crear sus personajes artificiales y darles aspecto humano.

También visitó en dos ocasiones Veles para fotografiar espacios y paisajes vacíos donde incrustar a sus personajes. Poco a poco, durante el confinamiento por la pandemia de covid-19, fue creando estas imágenes falsas e incluso usó un programa de inteligencia artificial para escribir los textos que acompañan a su libro.

«Era como ver a mi pequeño Frankenstein» levantarse poco a poco, recuerda.

La verdad no salió a la luz hasta el 17 de septiembre, cuando reveló su falsificación en una entrevista publicada en el sitio web de Magnum.

«Mi público son probablemente las personas que más conocen en materia visual: fotógrafos, editores de imagen, conservadores de arte. Y no reaccionaron cuando vieron la obra. Hemos llegado a un punto en el que la información artificial puede engañar hasta el ojo más perspicaz», afirma.

Para Olivia Arthur, presidenta de Magnum, la iniciativa de Bendiksen plantea «un debate». «Ha demostrado que una información falsificada ‘bien hecha’ puede convencer a casi todo el mundo, ahí está el peligro».