Estos son 4 hábitos que nos envejecen sin darnos cuenta. Señales que envía nuestro cuerpo para avisarnos de que el estrés está causando estragos y debemos tomarnos una pausa y las cosas con más calma y tranquilidad.

1. Mala hidratación, la gran enemiga.

«Una hidratación insuficiente tiene un impacto muy negativo sobre nuestro organismo. Nos hace propensos a sufrir cálculos renales y tener un mal funcionamiento del sistema urinario, y afecta la cognición y la memoria a corto plazo. Cuando la ingesta de líquidos es deficitaria y crónica se ha visto podría contribuir al desarrollo de hipertensión, tromboembolismo, ictus y otras enfermedades coronarias», dice Jordi Salas, miembro del Instituto Danone.



Además, cuando hay estrés, la circulación sanguínea se vuelve más lenta, lo que dificulta que el agua y otros nutrientes lleguen a la piel para mantenerla joven, sana y jugosa. Es una de las primeras muestras del envejecimiento prematuro, ya que una piel más seca, con sensación de tirantez, es un signo de pérdida de elasticidad y también es más propensa a las arrugas y a la flacidez.

2. Esos tragos que nos roban días.

El consumo de alcohol se asocia con múltiples problemas para la salud a corto y largo plazo, incluyendo fundamentalmente deterioro cognitivo (demencia), neuropatía, alteraciones digestivas, daño en el hígado, en el páncreas, arritmias cardíacas o riesgo de cáncer etc. Dejar de beber alcohol no solo produce una mayor sensación de salud y bienestar sino que previene el desarrollo de las enfermedades mencionadas: cáncer, demencia, cirrosis hepática, pancreatitis o arritmias cardiacas como la fibrilación auricular, etc. Los efectos negativos del alcohol pueden ser muy diferentes según el patrón de consumo y la susceptibilidad de cada persona al daño.



Los expertos de la Sociedad Española de Medicina Interna recuerdan que, por diferentes razones, las embarazadas y los menores de edad deberían abstenerse completamente del consumo así como todos aquellos que vayan a conducir o manejen maquinaria peligrosa. Muchas enfermedades o la toma de ciertos fármacos también contraindican el consumo de alcohol.

Tomar un vaso con agua en las mañanas ayuda a activar el cuerpo, pues ‘despierta’ el sistema digestivo que permaneció inactivo durante el sueño.

3. Su majestad el sueño.

Se traducen en dolores de cabeza y cansancio generalizado. Uno de los síntomas más evidentes de la falta de sueño se nota directamente en la piel: las ojeras. Estas se marcan cuando estamos cansados porque se produce una dilatación de los vasos sanguíneos, dando un aspecto más oscuro a la piel y haciendo que ésta vaya perdiendo vitalidad y que se vuelva más fina.

Asimismo, la falta de sueño es un factor clave para el envejecimiento prematuro. Se altera el ritmo habitual del organismo y la segregación de ciertas hormonas, como el cortisol, lo que puede acelerar el envejecimiento y empeorar algunas enfermedades.

4. Ojo a los ritmos circadianos

Se sabe que el horario y composición de la comida es el gran sincronizador de los ritmos, y también que la alteración de los ritmos circadianos favorece la diabetes y la obesidad. Por ello, mantener regularidad en los horarios y controlar las horas en las que se hacen las comidas puede ayudar en la pérdida de grasa, ya que interviene en la regulación circadiana.

Esto es, los ciclos de luz y oscuridad que de manera natural controlan el reloj biológico, y la activación o desactivación de las hormonas dependientes de la luz, que determinarán el mejor momento para que comamos o ayunemos.

En las horas de luz, el metabolismo se acelera y conviene consumir la mayor parte de las calorías que se consumen en el total del día. Por el contrario, en las horas de oscuridad el metabolismo se ralentiza, por lo que es buen momento para dejar de ingerir alimentos y empezar el ayuno hasta el día siguiente.

La tendencia actual es no pautar un número concreto de comidas al día. Para conseguir éxito en la pérdida de peso es fundamental que la persona genere adherencia a su plan de alimentación para que le sea más fácil llevarlo a cabo. No importa tanto el número de comidas que se hagan, sino el balance total diario de calorías y la calidad de los alimentos que se consumen.

Con información de La Prensa