La conservación de los llamados slots o franjas horarias por parte de las aerolíneas está detrás de que alguna de ellas hayan avisado recientemente de que, si no se rebajan aún más las exigencias para mantenerlos, esto provocará que miles de aviones vacíos surquen los cielos europeos. Un gasto de dinero para las compañías innecesario y un coste ecológico que, entre otros, ha denunciado la activista Greta Thunberg.

Indica M. J. Arias que para entender qué está pasando y el porqué de esos ‘vuelos fantasma’ como se les está llamando, lo primero es comprender qué son las franjas horarias (slots), cómo se otorgan y qué hay que hacer para mantenerlas. En cuanto a lo primero, como su propio nombre indica, se trata de intervalos de tiempo en los que las aerolíneas pueden aterrizar y despegar sus vuelos. Estos son asignados por las autoridades competentes a las compañías, que pagan por ellos. En la regulación de las franjas horarias se aplica la regla del ‘úsalo o piérdelo’. Es decir, que si no se hace uso de un porcentaje establecido de los slots de los que se dispone, se pierden y otra aerolínea podrá comprarlos.



Y ahí, en esa normativa, es donde ha surgido el problema que desde el inicio de la pandemia vienen haciendo notar desde la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), que representa a más de 260 aerolíneas. En los comienzos de la misma y ante el desplome de flujo de viajeros por las restricciones, desde la IATA pidieron que se modificarse la regla, que obliga a las compañías a usar el 80% de sus derechos de despeque y aterrizaje en las rutas para poder conservarlos de cara a la próxima temporada.

Desde la Comisión Europea se hicieron cargo del problema y en febrero del pasado año rebajaron ese porcentaje al 50%, una medida que se ha ido prorrogando a medida que se prolongaba la pandemia. En su día, la Comisaria de Transporte, Adina V?lean, afirmó sobre esta rebaja estar “convencida de que una tasa de utilización de franjas horarias del 50% es adecuada para que todas las partes interesadas garanticen un uso eficiente de la capacidad del aeropuerto y, al mismo tiempo, beneficien a los consumidores”.



Primero se aplicó hasta junio de 2020. Después se prolongó hasta octubre de pasado año y acabó por prorrogarse una tercera vez hasta finales de marzo de este 2022. Sin embargo, en diciembre, época de grandes desplazamientos por las fiestas navideñas, irrumpió en la ecuación la variante del coronavirus Ómicron y comenzaron las cancelaciones y anulaciones de viajes en cascada. El flujo de pasajeros volvía a caer en picado de nuevo.

Y esta nueva situación sobrevenida a cuenta de una pandemia que se ha demostrado impredecible en muchos sentidos, ha hecho que desde Lufthansa (grupo que aglutina Austrian, Swiss y Brussels Airlines) pongan sobre la mesa los vuelos vacíos que dicen estar obligados a operar para poder conservar sus slots de cara a la próxima temporada.

“Si esta reglamentación no se amplía, nosotros como aerolínea nos veremos obligados a realizar vuelos innecesarios. Para Brussels Airlines esto significa 3.000 vuelos que podrían evitarse desde un punto de vista ecológico y económico, solo para salvaguardar nuestros derechos de despegue y aterrizaje”, ha avisado Maaike Andries, portavoz de Brussels Airlines.

A esos 3.000 hay que sumar los otros 15.000 vuelos fantasmas que Lufthansa asegura tener previsto operar con el resto de sus aerolíneas. “Debido a la débil demanda en enero, habríamos recortado muchos más vuelos. Pero tenemos que hacer 18.000 vuelos innecesarios en invierno solo para asegurar nuestros derechos de despegue y aterrizaje”, declaraba hace unos días el jefe del grupo Carsten Spohr.

Por su parte, George Gilkinet, ministro de Movilidad de Bélgica, en declaraciones recogidas por Euronews, insistía en la problemática actual: “Organizar vuelos vacíos es una tontería desde un punto de vista ambiental y económico también para las aerolíneas que están luchando contra el Covid-19. Ayer escribí una carta a la Comisión Europea pero aún no he recibido una respuesta, pero le pido que relaje las reglas para que no tengamos aviones vacíos en el cielo”.

Además del desembolso económico para las compañías que supone operar vuelos sin pasaje, está el otro vértice mencionado, la emisión de CO2. Según señala Invertia, que cita los cálculos de la organización ecologista belga Klimaatcoalitie, esos 18.000 vuelos fantasma de Lufthansa supondrán 700.000 toneladas de CO2 que contribuirán a la desaparición de dos millones de metros cuadrados extra de hielo marítimo ártico.

A través de Twitter, Greta Thunberg, ha cargado las tintas con la la Unión Europea directamente tirando de ironía: “Brussels Airlines realiza 3.000 vuelos innecesarios para mantener las franjas horarias en los aeropuertos. Sin duda, la UE se encuentra en un modo de emergencia climática”. Según recoge Invertia, Bruselas asegura no tener pruebas de esos ‘vuelos fantasmas’ y que las únicas que han hablado de su existencia son Lufthansa y Brussels Airlines.