Augusta, Estados Unidos. Salvo contratiempo de última hora, Tiger Woods protagonizará un nuevo e impactante regreso al deporte en esta semana en el Masters de Augusta tras recuperarse de las graves lesiones que sufrió en un accidente automovilístico hace 13 meses.
«Siento que voy a jugar», afirmó Woods en su esperada conferencia de prensa en el Augusta National Golf Club (Estado de Georgia), donde el jueves arranca la ronda inaugural del primer Grand Slam de la temporada de PGA.
Woods, de 46 años, planea jugar otra ronda de práctica de nueve hoyos el miércoles y tomará una determinación final después de ver cómo su cuerpo se recupera de ese esfuerzo.
«Es una cuestión de cómo se va a recuperar mi cuerpo y de lo que mi cuerpo es capaz de hacer al día siguiente», explicó el californiano.
Woods se dijo afortunado de haber llegado a este punto, a un paso del regreso al Tour, pero su espíritu ultracompetitivo resurgió al asegurar que se ve listo incluso para ganar su sexto Masters el domingo.
«Puedo golpear muy bien», dijo Woods. «No tengo ninguna duda de lo que puedo hacer en cuanto al golf. Caminar es lo difícil».
Apenas el pasado febrero, antes de hospedar el torneo Genesis Invitational, el californiano reconoció que seguía teniendo dificultades con largos recorridos a pie, pero insistió en su objetivo de volver algún día a la alta competencia para eventos puntuales.
– «Un camino difícil» –
La gran sorpresa se produjo hace una semana cuando Woods se presentó en Augusta, escenario de algunas de las mayores gestas de su carrera, para jugar una ronda de prueba.
La «Tigermania» fue declarada oficialmente, con colegas alentando públicamente al ídolo y una multitud de aficionados siguiéndole en su ronda pública del martes.
Tiger ha elegido para su vuelta un escenario fundamental para su legendaria carrera. En Augusta conquistó hace 25 años el primero de sus 15 trofeos de Grand Slam (solo tres menos del récord de Jack Nicklaus), convirtiéndose en el primer golfista negro en enfundarse la chaqueta verde de campeón.
En 2019, cuando pocos lo esperaban ya, Tiger firmó otra emotiva victoria, su primera en un torneo grande en 11 años, después de recuperarse de múltiples cirugías de espalda.
Este regreso es todavía más inesperado, después de un accidente que no lo solo amenazó con poner punto y final a su memorable carrera, en la que igualó el récord de títulos de la PGA con 82, sino que estuvo cerca de causarle la amputación de la pierna derecha.
«Fue un camino difícil», dijo el martes Woods. «Decir entonces que iba a estar aquí jugando… Habría dicho que es muy poco probable».
Woods sufrió la colisión el 23 de febrero en un suburbio de Los Ángeles (California) cuando conducía a casi 140 km/h, el doble de velocidad permitida. Su todoterreno se descontroló y dio varias vueltas de campana antes de terminar volcado.
El californiano tuvo que ser extraído del vehículo y operado de urgencia de múltiples fracturas en la pierna. Tras casi un mes hospitalizado comenzó un largo y duro proceso de rehabilitación.
Desde entonces solo participó el pasado diciembre en el torneo familiar PNC Championship, donde jugó en pareja con su hijo pequeño Charlie recorriendo el campo en un carrito de golf.