BrasiliaBrasil. El izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva enfrentaba este lunes el primer desafío de su tercer mandato en Brasil: el silencio del presidente Jair Bolsonaro, quien todavía no reconoce su derrota en el balotaje que evidenció la polarización de los brasileños.

El líder del Partido de los Trabajadores (PT), de 77 años, se impuso sobre el ultraderechista por estrecho margen, el 50,9% de los votos contra el 49,1%.



Pasadas más de 18 horas del resultado oficial, Bolsonaro, de 67 años, no se ha pronunciado sobre la victoria de Lula, que fue reconocida de inmediato por líderes mundiales como el estadounidense Joe Biden y el ruso Vladimir Putin, con quien el mandatario mantuvo buenas relaciones.

Lula se reunió este mismo lunes con el presidente argentino, Alberto Fernández. Ambos líderes, aliados de larga fecha, se dieron un efusivo abrazo al encontrarse en un hotel en Sao Paulo, según un video colgado en la cuenta oficial de Instagram del argentino.



El presidente francés, Emmanuel Macron, y el jefe de la ONU, Antonio Guterres, también se comunicaron con el líder izquierdista por teléfono, según su equipo de comunicaciones.  

Durante su discurso de victoria, Lula manifestó su precupación por el traspaso de poder: «Necesito saber si el presidente que derrotamos va a permitir que haya una transición para que tengamos información de las cosas».

El domingo de noche Bolsonaro se recluyó en la residencia oficial de la Alvorada en Brasilia, y el lunes volvió al Palacio de Planalto sin dar declaraciones, constató un fotógrafo de la AFP.

Solo algunos de sus aliados parlamentarios admitieron la derrota en redes sociales, donde el bolsonarismo suele ser muy activo.

Camioneros y otros manifestantes bloquearon vías en 11 de los 26 estados del país y el distrito federal, en protesta por la derrota de Bolsonaro. La policía de carreteras intervino para liberar los pasos, aunque decenas continúan obstruidos, según el reporte oficial.

La bolsa de Sao Paulo cedía 0,24% hacia las 17H30 GMT, mientras el real brasileño se apreciaba frente al dólar, a 5,24 desde el cierre del viernes en 5,34.

 

– Situación «difícil» –

 

Consciente de los retos que enfrentará a partir del 1 de enero, cuando jurará al cargo, Lula reconoció en su discurso que gobernará «en una situación muy difícil» y enfatizó en la necesidad de restablecer «la unidad» de los brasileños.

La transición también implica desafíos para Lula, explicó Paulo Calmon, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Brasilia.

«Debe cuidarse, primero, de una ‘tercera vuelta’: de cualquier desafío que Bolsonaro y sus aliados puedan crear, como (Donald) Trump en Estados Unidos, para deslegitimar su victoria y movilizar a su electorado contra él», dijo Calmon.

La diferencia entre Lula y Bolsonaro en votos fue de dos millones, la victoria más ajustada de la historia en Brasil para una segunda vuelta, tras una campaña polarizada y tensa.

Marco Antonio Teixeira, politólogo de la Fundación Getulio Vargas, aseguró que Lula tendrá que ampliar la «legitimidad» del gobierno e  incorporar a sectores ajenos al Partido de los Trabajadores.

«Necesita ampliar su apoyo para unificar el país», agregó Teixeira.

El Congreso, que el 2 de octubre se movió a la derecha con la elección de conservadores y aliados de Bolsonaro, puede ofrecerle una oposición más férrea a la que enfrentó en sus otros dos gobiernos.

El Partido Liberal de Bolsonaro tendrá la mayor bancada en Diputados, con 99 representantes.

 

– Promesas de bonanza –

 

Lula, que gobernó Brasil de 2003 a 2010, llega al poder en buena medida apalancado por el apoyo de los más pobres, entre quienes existe una memoria afectiva de la bonanza bajo su administración en tiempos de boom de las materias primas.

El izquierdista prometió «arreglar el país» prometiendo mejorar el bolsillo de los brasileños y reforzar programas sociales.

Adriano Laureno, de la consultora Prospectiva, dijo que el resultado de Bolsonaro, que terminó como el candidato en segunda posición mejor votado en la historia democrática brasileña, anticipa que Lula tendrá una oposición «fuerte» y posiblemente «organizada en las calles».

En su campaña, el líder del PT destacó logros socioeconómicos pasados, como la salida de la pobreza de más de 30 millones de brasileños gracias a iniciativas sociales.

Pero en este tercer período no contará con la misma bonanza.

Si bien la economía da señales de mejoría, con crecimiento, menos inflación y más empleo, está lejos de la prosperidad que alcanzó a comienzos de siglo y enfrenta un mundo en riesgo de una recesión global.

Si no son satisfechas, las expectativas podrían tornarse un búmeran, coinciden analistas.

«Comenzará con muchas dificultades en la economía. Asumirá en un mundo en posible recesión, con la tasa básica de interés muy alta en Brasil y una ‘bomba’ fiscal de 400.000 millones de reales -unos 76 mil millones de dólares-«, explicó Laureno.