El politólogo de Harvard, Samuel P. Huntington en su libro El Choque de Civilizaciones, de 1993, hace un exhaustivo, y conveniente, análisis del concepto de occidente. Para él occidente es Estados Unidos, sus aliados y sus intereses, aunque, en un ejercicio de sinceridad, desglosa todos los enredos a que ha sido sometido el concepto de occidente para apoyar y fortalecer las ideologías de la Guerra Fría y actualmente las conveniencias estratégicas en el papel de potencia global de la gran nación del norte.

Sesenta y cuatro años antes, en 1929, el gran filósofo español José Ortega y Gasset, en su libro La rebelión de las masas, expone sus tesis y postulados en torno al hombre-masa, y dedica un especial aporte dirigido, con su característica agudeza mental de padre del vitalismo, a examinar el concepto de occidente, la idea de Europa, y el occidente cultural y civilizatorio.



Occidente en el diccionario es el punto cardinal correspondiente a donde se pone el sol. Conjunto de países de Europa occidental y de América del norte, especialmente conjunto de países miembros del Pacto del Atlántico Norte, OTAN. Nótese que el diccionario da una noción geográfica de occidente, junto a una noción geopolítica de occidente. Esta noción de occidente ha sido como ampliada y estirada, lo que ha logrado construir en la mente colectiva, por los medios de prensa, una pan Europa, una Europa enorme que rebasa los tradicionales límites geográficos, e incluye, por ejemplo, a Turquía, que es un cruce histórico de caminos entre Europa y Asia.

Turquía es un estado islámico, donde conviven, el cristianismo y la fe islámica o musulmana, es el único estado no cristiano que es miembro de la OTAN desde que se unió a la alianza en 1952, ha solicitado membresía en la Unión Europea, ese tambaleante bloque en franco declive, desgarrado por estar peleando una guerra ajena en Ucrania, pero le ha sido negado reiteradamente. Entonces, la idea de Occidente es intereses, más que cooperación recíproca.



Sin embargo, a lo largo de la historia y mayormente en la historia reciente, el occidente se ha mudado del hecho de ser un punto cardinal y geográfico, a ser una idea del mundo, una visión del mundo, una civilización, por recordar a Spengler, un concepto de cultura, un sistema político, una sociedad de consumo, un punto geoestratégico y hasta una forma ideológica, entre otras acepciones antojadizas, a conveniencia de quien hable y de los intereses globales que represente.

La noción geopolítica de Occidente difiere mucho de la noción geográfica. Esto ha creado una dispersión de ideas y una difusión de errores a escala mundial. Occidente ya no está en el Oeste. Tal como en la paz de Westfalia, por los tratados de Monstruck y Osnabruck, en 1648, se le dio libertad de conciencia a Europa, y se suprimió la persecución religiosa, el mundo contemporáneo ha parido una Eastfalia, mirando hacia el Continente asiático, la última reunión de los BRICS y el ingreso de seis nuevos estados miembros, es una muestra de este desplazamiento de las capas tectónicas del poder global, apuntando hacia el Este geográfico, que también es geopolítico.

La génesis del occidente geopolítico surge en la división del mundo en ideologías durante la Guerra Fría. Esta batalla, dividió al mundo en dos hemisferios: El hemisferio Oriental, encabezado por la Unión Soviética y sus aliados, el Pacto de Varsovia y todos los países colocados tras la “cortina de hierro“ de Winston Churchill, es decir un punto cardinal ideológico, y así se mantuvo durante la guerra fría, pero, con el fin de esta, se ha ampliado más el sentido del concepto.

Del otro lado en el otro hemisferio ideológico en que fue dividido el mundo, estaban los Estados Unidos y todos sus países cooptados, satélites o aliados, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, los países miembros del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca TIAR, miembros del Sistema Interamericano de Defensa, entre otros, todos bajo el paraguas ideológico capitalista, y obedientes a los dictados del consenso de Washington.

Este desmán ideológico trastornó la geografía natural del mundo y creó no pocas confusiones. Con mencionar, como ejemplo, el nombre de Japón se piensa inmediatamente en Occidente por la condición de socio militar sin condiciones de los Estados Unidos que tiene ese país, no obstante, las bombas atómicas genocidas del 6 y el 9 de agosto de 1945. Japón, el Imperio del Sol Naciente, no es occidental sino Oriental. Sin embargo, desde que se menciona China se piensa en Oriente, que es su verdadera ubicación geográfica.

Igual pasa con Taiwán, se piensa que pertenece al occidente geográfico o que es un Estado de Estados Unidos, sin embargo, se encuentra en el oriente geográfico del mundo y al sur de China. La ideología trastorna la geografía.

Canadá está en el norte, encima de Estados Unidos, sin embargo, se considera occidental, porque lo es en el sentido de pertenecer a la anglosfera geopolítica, ser súbditos históricos y culturales de la corona británica, y ser alineados política y estratégicamente con los Estados Unidos.

Los países potencia del mundo están mayormente al norte geográfico. Los ríos más caudalosos están también al norte del mundo, es decir, en la parte arriba, en el hemisferio superior. Solo dos países que son potencia se encuentran al sur geográfico y son Japón e Israel. El estado sionista es la única potencia nuclear del Medio Oriente, Japón es el único país que ha recibido dos bombas nucleares, ordenadas por Harry S. Truman, en 1945, el del mayor desastre nuclear, el de Fukushima, y acaba de comenzar a descargar aguas radiactivas al océano.

Pero la noción de occidente, más que una noción geográfica o ideológica, es una noción cultural. Se dice o se concibe al occidente cultural como un lugar donde hay una gran sociedad de consumo, donde hay una hiper-gula consumista en el ciudadano, comiendo comida chatarra de las cadenas internacionales de comida rápida y eructos de soda de fabricación norteamericana. Nixon llevó la Coca Cola, como parte de los tratados para occidentalizar a China.

El occidente cultural tiene una acepción en el sentido de representar formas de arte consideradas netamente norteamericanas, aunque tengan o no influencias, en esta era de influencias en el arte; de arte africano o de ritmos latinos, por ejemplo. De ahí que el jazz y el Pop Art de Andy Warhol sean considerados como arte netamente occidental, es decir norteamericano. El negro, la negritud cultural y civilizatoria, no ha existido para el arte llamado occidental. Las grandes epopeyas y los romances más encendidos siempre han sido entre personajes de raza blanca, hasta que George Gershwin, un judío norteamericano, compuso Porgy and Bess, un romance entre negros esclavos, en 1929, dando música operática a la novela de Du Bose Hayward. Los negros, el mundo y la cultura negra, no existen en el mundo del poder y la publicidad.

El occidente político es otra de las manifestaciones o nociones del concepto occidente. Consiste o denota un país, región o grupo de países, donde impera el régimen democrático como sistema político. No caben allí las teocracias musulmanas, ni las dictaduras, aunque ya últimamente caben en ella, los gobiernos populistas de la posguerra fría.

Occidente también es una forma de pensamiento. Se busca el sueño americano, se consume en demasía efectos y artefactos inútiles que la publicidad ha convertido en indispensables, se trata de aprender inglés como segunda lengua, se busca consumir marcas occidentales, es decir norteamericanas, se prefiere buscar visa norteamericana, se disfruta la música y todas o casi todas las manifestaciones artísticas tenidas como occidentales.

Otra acepción de occidente, acaso la más peligrosa por tener estrategia de mercado y de propaganda, junto a su indiscutible valor geoestratégico, es la noción de que occidente es Estados Unidos, solamente. Los estadounidenses hablan de América, refiriéndose a ellos, a los Estados Unidos, sin incluir la América morena, la Mesoamérica, la América insular, la América afro o negra, y otras nociones o divisiones geográfico-culturales del Continente americano.

Esta noción ha logrado construir y propagar, la idea de que los valores de libertad, paz y progreso que anhelan los pueblos residen y son invento y hechura de los norteamericanos. La noción de Libertad, Igualdad y Legalidad, lema de la Revolución Burguesa que comenzara el 14 de julio de 1789 en Francia, ha sido trasplantado al ideal norteamericano para fortalecer en la mente colectiva la difusa y manipulada idea de occidente.