A sus 21 años de edad, un futuro prometedor y un pasado que enaltece el valor de su esfuerzo y el de su familia, describen perfectamente la trayectoria de Luis Dariel Encarnación, un nacido y criado del sector el Capotillo, en el Distrito Nacional, que logró convertir en una realidad el más grande sueño en común que resguardan miles de niños y jóvenes dominicanos de convertirse en beisbolistas profesionales.

Desde muy temprana edad, las proyecciones de Dariel fueron direccionadas hacia un vida en la que se dedicara completamente a jugar beisbol.



En su itinerario no existieron las juntadas con amigos a volar chichiguas; desde los seis años su instrumento de preferencia, y el que le era de mayor utilidad, era un palo de madera que usaba como bate desde el techo de la casa de una tía.

“Me llevaba los palos de donde mi tía, con solo seis años, y subía para el techo a batear piedras, a practicar, y desde ese tiempo, los mismos vecinos le decían a mi papa que prestara atención que yo tenía talento”, afirmó Encarnación, quien tras sacrificios innegables y largos años a merced de una pelota, se convirtió en una de las grandes promesa de los Astros de Houston de Texas, su equipo.



HASTA FIRMAR
Su papá, Jorge Francisco Encarnación, vendedor de vegetales en el Mercado de la Duarte, y su mamá, Ana Cecilia Rodríguez, en ese entonces, maestra de un pequeño colegio en la calle 42 de Capotillo, son descritos por el jugador de las Ligas Menores como su más grande apoyo. Especialmente su progenitor, que parece ser quien marcó los pasos precisos hasta ver a su retoño tomar al éxito de las manos.

“Siempre tuve el apoyo de mis papas, todo se los debo a ellos. A mi papá no le importaba cuando yo estaba en la academía, él teniendo que trabajar cuatro días en la semana en el mercado, cortar dos y dedicarlos a mí”, aseguró al recordar cómo se sacrificaba su Francisco Encarnación por que él estuviera lo mejor posible durante su larga estadía en la Academia Franklin Fereira.

Detalla el Listín Diario que encarnación inició jugando con otros niños de su edad en una pequeña liga perteneciente al Hospital Moscoso Puello, hasta que su potencial fue visto por los agentes de la Franklin Ferreira y a los 12 años empezó a practicar el que era su pasatiempo con miras en la experticia.

Según describió, sus días eran difíciles sin estar acostumbrado a vivir lejos de sus seres queridos, sobre todo sometido a lo estricto de los procesos de entrenamiento.

Convertido en un adolescente, a los 15, Dariel arrancó con exhibiciones ante scouts, el puente de conexión entre los deportistas emergentes y las franquicias de las Grandes Ligas de Béisbol, cuando vivió sus peores momentos de desesperación al ver su anhelo cada vez más pequeño.

«Llegó un momento en el que yo veía que personas que quizás no tenían las mismas condiciones que yo había trabajado, firmaban, y yo pensaba no pero es que no lo voy a lograr».

Fue cuando tenía 16, que esperándolo, tocó a su puerta la noticia de una firma para jugar pelota junto a un equipo profesional, colocando frente a sus ojos la pronta posibilidad de hacer realidad aquello que descansaba en su corazón de niño.

“Yo soñaba con poder hacerle su casa a mi mamá, sacarla del barrio y tener a mi familia viviendo cómoda y bien, y gracias a Dios lo pude lograr”, refirió al recalcar que en estos momentos se encuentra en República Dominicana en un periodo de vacaciones, tras haber culminado el año pasado como AA de los Houston.