
Al llegar a los 40 años, el cuerpo femenino inicia una serie de transformaciones que, aunque naturales, pueden resultar desafiantes. A continuación, exploramos los cambios más significativos y cómo enfrentarlos con sensatez y bienestar.
1. Alteraciones hormonales: inicio de la perimenopausia
Los niveles de estrógeno y progesterona comienzan a disminuir gradualmente, marcando el inicio de la perimenopausia, fase previa a la menopausia. Esta etapa puede provocar irregularidades menstruales, sofocos, cambios emocionales y deterioro en la calidad del sueño. Cuando la menopausia se consolida —es decir, tras 12 meses sin menstruación—, la mujer entra en una nueva etapa de su salud reproductiva.
2. Cambios metabólicos y redistribución de grasa corporal
El metabolismo se enlentece con la edad, lo que favorece la ganancia de peso, especialmente en la zona abdominal, aunque el número en la báscula no aumente demasiado.
Además, la disminución del estrógeno modifica la distribución de la grasa: mientras que en etapas anteriores se acumulaba más en glúteos, muslos y caderas, ahora tiende a redistribuirse al abdomen.
3. Pérdida de masa ósea y mayor fragilidad
Los estrógenos juegan un papel importante en el mantenimiento de la salud ósea. Su disminución promueve la pérdida de masa ósea y aumenta el riesgo de osteoporosis, especialmente cuando existen otros factores de riesgo como sedentarismo o hábitos nocivos.
4. Cambios en la piel y el cabello
La piel pierde elasticidad y firmeza: las arrugas, especialmente las líneas de expresión, se hacen más acentuadas. El tabaco acelera este proceso al dañar las fibras elásticas, y la exposición al sol sin protección también contribuye a un envejecimiento prematuro.
En cuanto al cabello, también es habitual notar un adelgazamiento capilar, junto con alteraciones como sequedad o aparición de vello facial.
5. Cambios reproductivos y sexuales
La fertilidad disminuye notablemente con la edad, y aparecen síntomas comunes en la transición menopáusica: irregularidades menstruales, sequedad o atrofia vaginal, disminución de la libido, y dificultad en la excitación.
6. Mayor riesgo de enfermedades crónicas
La combinación de cambios hormonales, menor actividad física y aumento de grasa corporal puede elevar el riesgo cardiovascular. Además, el sedentarismo, la mala alimentación o el consumo de tabaco y alcohol agravan estos riesgos.
Recomendaciones para una transición más saludable
- Actividad física regular
Combinar ejercicios de resistencia muscular con cardiovasculares como caminar, nadar o Pilates ayuda a mantener masa ósea, masa muscular y salud cardiovascular. -
Alimentación equilibrada
Adoptar una dieta rica en calcio, vitamina D, fibra, antioxidantes y baja en calorías vacías favorece el metabolismo y la salud ósea. La dieta mediterránea es una alternativa muy recomendada. -
Cuidado dermatológico
No fumar, protegerse del sol y usar cosméticos hidratantes y con antioxidantes protegen la elasticidad y salud de la piel. -
Atención ginecológica periódica
Revisiones regulares con especialistas para monitorear la salud reproductiva y ósea, y evaluar la necesidad de tratamientos como la terapia hormonal (bajo estricto control médico). -
Bienestar emocional y sexual
Mantener vida sexual activa con las adaptaciones necesarias, utilizar lubricación o terapia hormonal local si es necesario, y procurar apoyo emocional durante esta etapa tan transformadora.
A tener en cuenta
Al cumplir 40 años, el cuerpo de la mujer se enfrenta a varios cambios naturales: hormonales, metabólicos, físicos y emocionales. No obstante, muchos de ellos pueden gestionarse con hábitos saludables, autocuidado y acompañamiento médico. Más que una crisis, esta etapa puede ser una oportunidad para reinventarse, cultivar una nueva energía y abrazar una madurez plena.