Ramfis Domínguez Trujillo, nieto del fallecido dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo Molina, considera que su familia no tiene que pedir perdón por las acciones cometidas durante el férreo mandato de su abuelo, considerado por muchos como uno de los regímenes más sangrientos de Latinoamérica.

El militar gobernó con puño de hierro, admitió Domínguez Trujillo en una entrevista con Efe, pero su proceder estaba justificado en el contexto histórico de la República Dominicana cuando el llamado «generalísimo» asumió el poder.



«Considero que no es un deber de nosotros (la familia Trujillo) pedir disculpas por cosas que se hicieron con carácter político, a pesar de que se produjeron hechos lamentables», dijo el nieto en una apasionada defensa del político con motivo del reciente aniversario de los 50 años de su muerte.

Trujillo fue ajusticiado el 30 de mayo de 1961 en un atentado perpetrado en una carretera de República Dominicana tras recibir varios impactos de balas.