El éxito que del mexicano Carlos Slim es producto del ingenio en los negocios, la disciplina y de una política de crecimiento empresarial que le han permitido convertirse en el hombre más rico del mundo, según la revista Forbes.



Y si bien no existe un manual para replicar sus pasos, lo cierto es que hay algunos principios básicos que pueden servir de guía para cualquier empresario.

En medios mexicanos se ha publicado un «decálogo» con la visión de negocios del empresario. A continuación, sus ideas, reunidas por el sitio AltoNivel:



Tener estructuras simples y organizaciones con mínimos niveles jerárquicos, con desarrollo humano y formación interna de las funciones ejecutivas. Esto permite tener flexibilidad y rapidez en las decisiones. Y facilita operar con las ventajas de la empresa pequeña, que son las que hacen grandes a las grandes compañías.

Mantener la austeridad en tiempos de vacas gordas. Esto fortalece, capitaliza y acelera el desarrollo de la empresa. Asimismo, evita los amargos ajustes en las épocas de crisis.

Estar siempre activos en la modernización, crecimiento, capacitación, calidad, simplificación y mejora incansable de los procesos productivos. Incrementar la productividad, competitividad, reducir gastos y costos guiados siempre por las más altas referencias mundiales.

La empresa nunca debe limitarse a la medida del propietario o del administrador. No hay que sentirse grandes en pequeños corralitos.

No hay reto que no se pueda alcanzar trabajando unidos, con claridad en los objetivos y con conocimiento de los instrumentos para lograrlos.

El dinero que sale de la empresa se evapora. Por eso conviene reinvertir las utilidades.

La creatividad empresarial no sólo es aplicable a los negocios. También es la solución de muchos de los problemas de los países. Y, según Slim, eso es lo que hace a través de las fundaciones del grupo.

El optimismo firme y paciente siempre rinde sus frutos. Esto, explica Slim Helú, lo heredó de su padre.

Todos los tiempos son buenos para quienes saben trabajar y tienen con qué hacerlo.

Su premisa, explica, es tener muy presente que la gente se va sin nada; para él las cosas sólo pueden hacerse en vida y considera al empresario como un creador de riqueza, misma que administra temporalmente.

Fuente: management.iprofesional.com