PEKÍN. Un tribunal chino examinaba este jueves en Pekín por primera vez los controvertidos tratamientos para «curar» la homosexualidad, en un proceso con el que los defensores de la causa LGBT esperan conseguir un cambio de mentalidad en el país.

Silla electrica



«¡No hay que curar la homosexualidad!¡Que el tribunal de Haidian se oponga a las terapias de reorientación!», gritaban una decena de militantes de derechos de los homosexuales ante el tribunal, donde una de ellas vestida de enfermera inyectaba simbólicamente con una gran jeringuilla la «cura» a un falso paciente.

Los magistrados chinos examinan la demanda presentada por un demandante, que se hace llamar Xiao Zhen y quien afirma estar traumatizado por los tratamientos sufridos en una clínica de Chongqing para «corregir» su orientación sexual.



El personal de la clínica le habría pedido pensar en escenas eróticas homosexuales, mientras le administraban electrochoques.

Aunque en 2001 las autoridades chinas retiraron oficialmente la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, los gays, lesbianas y bisexuales chinos siguen sometidos a una fuerte presión familiar y social que les obliga a someterse a tratamientos de «orientación» o a casarse con una persona del sexo opuesto.

Para los militantes chinos de la causa homosexual, el proceso pekinés representa un etapa simbólica en su lucha.

«Es el primer proceso contra las terapias de reorientación sexual en China», afirmó Xiao Tie, directora general del centro LGBT de Pekín, para quien la mayoría de los homosexuales que aseguran estar «curados» después de someterse a estos métodos, lo hacen únicamente para poner fin a estos duros tratamientos.

Las «terapias de conversión» comenzaron a aplicarse en el mundo a partir de comienzos del siglo XX, si bien ahora las autoridades sanitarias las consideran no científicas, ineficaces e incluso peligrosas.

Sin embargo, esta industria lucrativa se mantiene en países como Singapur, Reino Unido y Estados Unidos, donde los testimonios publicados sobre el uso de electrochoques contribuyen al debate sobre su prohibición.