A los sonidos de siempre que trae consigo la vuelta del calor, a saber, las chicharras, los chapuzones y las sillas de las terrazas arrastrándose por la acera, hace varios años que se incorporó el zumbido monótono del aire acondicionado, su frío helador y las gotas de su circuito cayendo sobre los incautos.

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Pero no es un sonido obligatorio en la jungla urbana. El que quiera llevar una vida más ascética, esté preocupado por el medio ambiente o sencillamente quiera ahorrarse unos pesos en la factura de la luz, puede recurrir a la sabiduría popular y al sentido común para evitar achicharrarse en casa. Proponemos algunas formas de hacerlo:

-Apagar las fuentes de calor, desde las luces a la televisión. Iluminar la casa con luz natural es una buena opción si no entra demasiado calor por las ventanas.

-Bajar las persianas, correr las cortinas y cerrar las ventanas cuando el sol aprieta y hace más calor fuera. Los toldos también pueden ser de ayuda.

-Refrescar la casa por la noche. Abrir las ventanas y las puertas para que haya corrientes de aire.

-Cerrar las puertas de las habitaciones durante el día, para aislarlas, y abrirlas por la noche.

-En los momentos más calurosos, es buena idea recurrir a medidas de emergencia como abanicos y ventiladores. Beber agua fresca y darse una ducha puede marcar la diferencia.

-Regar las plantas, el patio o la acera puede refrescar notablemente la atmósfera.

-Soluciones arquitectónicas: las paredes blancas en el exterior y los muros son una forma de mantener las casas más frescas en verano.

Por suerte, cuando ninguna de estas soluciones basta, siempre queda el banco en la sombra, la piscina o la playa.
 
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