Los devastadores ataques que dejaron al menos 128 muertos en París, reivindicados por el grupo Estado Islámico y calificados de «acto de guerra» por el presidente François Hollande, sumieron este sábado a Francia en un estado de conmoción.

Los atentados fueron casi simultáneos, protagonizados por ocho yihadistas que actuaron como «máquinas de matar», en palabras de un testigo presencial. Siete de los autores hicieron estallar sus cargas, pero antes abrieron fuego al azar contra transeúntes, gente sentada en un café, espectadores de un concierto de rock o asistentes de un partido de fútbol.



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Según el último balance provisional, al menos 128 personas murieron y unas 300 resultaron heridas, 80 en estado muy grave y 177 relativamente graves.



En un comunicado difundido en internet, el Estado Islámico reivindicó el ataque perpetrado por «ocho hermanos con cinturones explosivos y rifles de asalto contra lugares cuidadosamente escogidos en el corazón de París».

«Que Francia y aquellos que siguen su rumbo sepan que serán los blancos principales del Estado Islámico», advirtió la organización yihadista, que cuenta entre sus filas a miles de extranjeros, incluyendo varios cientos de franceses.

– La pista siria –

Hollande calificó de «acto de guerra» el ataque, «cometido por Daesh (acrónimo árabe del EI), organizado desde el exterior y con complicidades internas que establecerá la investigación».

El presidente decretó tres días de duelo nacional en Francia, además del estado de emergencia, restableció estrictos controles en las fronteras y desplegó fuerzas de seguridad adicionales en la capital, incluyendo 1.500 militares.

El canciller francés Laurent Fabius aclaró sin embargo que la cumbre del clima, prevista del 30 de noviembre al 11 de diciembre en presencia de más de un centenar de jefes de Estado o Gobierno, se mantenía «con seguridad reforzada».

El presidente estadounidense, Barack Obama, confirmó su asistencia.

Miembro de la coalición internacional contra el Estado Islámico, Francia bombardea blancos en Irak desde hace más de un año y en Siria desde septiembre.

La pista siria parecía confirmarse con el descubrimiento de un pasaporte de ese país cerca de uno de los cuerpos de los atacantes, según fuentes policiales.

Un francés miembro del comando que sembró la muerte en la sala de conciertos Le Bataclan también fue identificado tras descubrirse su cadáver. Era conocido por los servicios de inteligencia.

La emoción generada por los hechos fue inmediata y planetaria. Obama fue uno de los primeros en expresar su solidaridad, citando en francés la divisa republicana francesa, «Liberté, Égalité, Fraternité».

El presidente sirio Bashar al Asad, cuya salida del poder es reclamada por París, se apartó de la ola de solidaridad global al acusar a Francia de haber contribuido a «la expansión del terrorismo» con su política en Siria. «Francia conoció ayer lo que nosotros vivimos en Siria desde hace 5 años», dijo.

– ‘Una carnicería’ –

Los ataques fueron cometidos en la sala de conciertos Bataclan, en calles céntricas de la capital y en las inmediaciones del Estadio de Francia, construido para el Mundial de 1998 en las afueras de París, donde Hollande asistía a un partido de fútbol amistoso entre Francia y Alemania.

En total fueron seis ataques casi simultáneos, casi todos en el este de la capital.

Francia ya estaba en alerta máxima desde los atentados sangrientos de enero pasado contra el semanario satírico Charlie Hebdo y un supermercado kósher.

Los primeros testimonios de los supervivientes indican que los asaltantes gritaron «Alá Akbar» (Dios es grande) o mencionaron a gritos la intervención militar francesa en Siria, un país en guerra desde 2011 y donde Francia participa en los bombardeos de la coalición antiyihadista.

«Eran hombres extremadamente determinados, que recargaban metódicamente sus fusiles de asalto (…) Eran máquinas de matar», explicó Julien Pearce, un locutor de Europe 1 que sobrevivió al ataque en Bataclan.

En la sala de conciertos, abarrotada por unos 1.500 espectadores, dos o tres asaltantes irrumpieron durante el concierto del grupo estadounidense Eagles of Death Metal. «Duró unos 10 o 15 minutos. Fue sumamente violento y hubo una ola de pánico», contó el locutor.

«Les he oído decir claramente a los rehenes: ‘La culpa es de Hollande, la culpa es de vuestro presidente, no tiene por qué intervenir en Siria’. Hablaron también de Irak», declaró por su parte a la AFP Pierre Janaszak, de 35 años, que estaba en Bataclan.

Los atacantes tomaron rehenes en la sala. Las fuerzas de seguridad dieron el asalto «muy pronto porque mataban a todo el mundo», declaró una fuente próxima a la investigación.

«Dentro era una carnicería, personas con balas en la cabeza, gente a la que dispararon cuando estaban en el suelo», describe un policía que afirma haber participado en la intervención por la noche.

Los eventos deportivos fueron suspendidos en la región parisina, los museos, las escuelas y lugares turísticos, cerrados. Se prohibieron las manifestaciones hasta el jueves.

En aras de la unidad nacional, los principales partidos y personalidades políticas francesas anunciaron la suspensión de la campaña electoral para las elecciones regionales previstas en diciembre.

La dirigente de extrema derecha Marine Le Pen deploró que «Francia y los franceses ya no están en seguridad». Según la líder del Frente Nacional, «Francia debe prohibir las organizaciones islamistas, cerrar las mezquitas radicales y expulsar a los extranjeros que predican el odio en nuestro territorio, así como los clandestinos que no tienen nada que hacer aquí».