Por si hiciera falta mayor dramatismo en la elección presidencial de Estados Unidos, el viernes pasado el director del FBI, James B. Comey, envió una carta al Congreso de Estados Unidos en la que informó que había encontrado nueva evidencia en el marco de la investigación sobre el servidor personal que usó la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton para manejar correos electrónicos que contenían información relacionada con la seguridad nacional.
Si bien afirmó en la misiva que “el FBI no puede aún determinar si este material es importante”, Comey informó a los legisladores que permitiría que se revisara la nueva evidencia.
Con ello, virtualmente autorizaba la reapertura de las pesquisas contra la hoy candidata Hillary Clinton, desatando una tormenta política cuando faltaban apenas once días para los comicios.
Los demócratas arremetieron contra Comey, luego de que habían celebrado su decisión anterior de no presentar cargos contra Clinton a pesar de que, dijo, ella y su equipo habían sido “extremadamente descuidados” en el manejo de información de inteligencia.
“Nuestro juicio es que ningún fiscal razonable podría litigar este caso”, afirmó en julio el director del FBI, quien, no obstante, había prometido en una audiencia en el Congreso que, de aparecer información nueva, ésta sería evaluada.
Aunque en su carta Comey no se refirió al origen de la nueva evidencia, medios como The Washington Post revelaron que había surgido en el contexto de una investigación distinta que realiza el FBI contra el exdiputado demócrata Anthony Weiner.
Alguna vez un popular legislador neoyorquino, Weiner fue, hasta el 28 de agosto pasado, la pareja de Huma Abedin, la vicecoordinadora de la campaña de Hillary Clinton y excolaboradora de ella en el Departamento de Estado y la Fundación Clinton.
Ese día, en plena campaña, Abedin anunció que se separaba de Weiner, con quien tiene un hijo.
En la primavera de 2011 se reveló que el entonces diputado había intercambiado mensajes y fotos de contenido sexual con al menos seis mujeres. El 21 de junio renunció, por ello, a la Cámara de Representantes.
Todavía en 2013, Weiner intentó ganar la candidatura demócrata para la alcaldía de Nueva York, pero su campaña explotó por un nuevo escándalo sexual: después de renunciar al Congreso, había intentado seducir, vía internet, a otra mujer, mucho menor que él, usando el alias “Carlos Danger”.
En agosto pasado, el diario New York Post dio a conocer que, después de todo eso, Weiner había continuado con sus actividades de sexting, por lo que su esposa anunció la separación de la pareja.
A fines de septiembre, el diario británico Daily Mail publicó que una de las mujeres a las que Weiner había enviado mensajes sexuales era menor de edad.
Ese hecho condujo a que el FBI abriera una pesquisa y que aparatos electrónicos propiedad de él y de Abedin fuesen confiscados por el FBI. Sería en esos dispositivos donde se habría encontrado la nueva evidencia sobre el manejo de correos electrónicos que Hillary Clinton y su equipo hicieron desde el Departamento de Estado.
La decisión de Comey de reabrir la investigación ha suscitado una batalla abierta en el Departamento de Justicia, que encabeza la procuradora Loretta Lynch y de la que depende el FBI.
Entrevistados por los medios el pasado fin de semana, diferentes exfuncionarios de esa dependencia acusaron a Comey de violar la práctica de no hablar públicamente de casos bajo investigación y, peor aún, de realizar pesquisas que pudiesen tener influencia sobre el electorado y, con ello, poner en tela de juicio la autonomía de la procuración de justicia.
Sin embargo, los defensores de Comey dicen que no tenía de otra, pues había prometido en una audiencia que revisaría cualquier información que surgiera sobre los mails de Hillary Clinton.
La imparcialidad del FBI estaba en duda, agregan, especialmente después de que, el 27 de junio pasado, la procuradora Lynch se había reunido en secreto con Bill Clinton a bordo de un avión estacionado en el aeropuerto de Phoenix, informó excelsior.
Si la moneda ya estaba en el aire, hoy es aún más impredecible lo que pueda pasar el próximo 8 de noviembre en la elección estadunidense.