Su media hermana Ivanka Trump la menciona pocas veces en su primer libro «The Trump Card: Playing to win in work and life». En una escena, recuerda que hace unos ocho años, Tiffany se le acercó con timidez para hablar sobre un asunto delicado. Ella vivía casi a un continente de distancia, con su madre Marla Maples, en Los Ángeles. Casi no tenía contacto con su padre. Por eso, se acercó a la niña mimada que vivía a apenas algunos pisos de distancia en la Trump Tower.

Con 15 años, Tiffany tenía algunas «necesidades de dinero», según recuerda Ivanka, y le avergonzaba pedirle directamente a su padre. Pese a la fortuna familiar, no tenía una extensión de tarjeta de crédito. Le molestaba no encajar en el entorno de adolescentes millonarios en el que se movía. Ivanka hizo de intermediaria y el asunto quedó zanjado. La escena es uno de los tantos desaires de padre-hija.



Tiffany fue fruto de un escándalo, de un amorío intenso de Donald Trump en los jóvenes 90 con Marla Maples, una actriz reconocida de entonces. Un viaje, una escapada mientras el hoy presidente de Estados Unidos estaba casado, generó un revuelo enorme. Al poco tiempo, Trump e Ivana se divorciaban tras 12 años y tres hijos. No mucho tiempo después, Maples concebía a Tiffany. A los dos meses, ya estaban casados.

La heredera menos conocida del imperio Trump, desde un inicio forjó un vínculo estrecho con su madre mientras su padre no le prestaba tanta atención, preocupado por sus múltiples fuentes de negocios y los quehaceres de sus hijos mayores. En 1999, cuando se terminó el matrimonio, la relación se recrudeció. Tiffany se mudó y se crió junto a su madre en Los Ángeles, alejada de los lujos de Trump que dividía su tiempo entre Nueva York y Miami.



Maples siempre dijo que Trump apoyó económicamente a su hija, pero que se consideraba «una madre soltera» si se hablaba de una crianza real. Con Tiffany ya adolescente, el vínculo madre-hija se convirtió casi en una amistad en la que, por ejemplo, cocinaban y jugaban al tenis juntas. «Siempre estuvimos muy cerca. Me crió como madre soltera», le dijo Tiffany a Daily Mail.

Cuando cumplió 18, se alejó del nido materno para cursar en la Universidad de Pensilvania, la misma institución que su padre, parte de la Ivy League, la elite universitaria norteamericana. Siempre una estudiante brillante, el año pasado se graduó con doble especialidad en sociología y estudios urbanos.

Al mismo tiempo que cursaba hizo algunas incursiones de las más variadas en el mundo laboral. En primer lugar, le pidió a Ivanka que le consiguiera un lugar como pasante en la exclusiva revista de moda Vogue. Luego siguieron algunas producciones fotográficas y desfiles como modelo, aunque en el medio la mayoría coincide en que no tiene los dotes físicos de su media hermana. Por último, exploró la música.

Desde su adolescencia, Tiffany quiso hacerse un lugar en el pop. «Me encanta la música, siempre me gustó. Es más una manía en este momento, pero veremos en un par de años si realmente quiero pasar al siguiente nivel», comentó en una entrevista. En 2011, lanzó primer tema, «Like a bird», que por su excesiva edición impide conocer su voz. «Suena como uno de esos ringtones raros que vienen en los celulares», dice un comentario en Youtube.

Tiffany se crió en Los Ángeles junto a su madre

Se calcula que Tiffany tiene un patrimonio de 600 mil dólares. Más allá de la lejanía con su padre, no se privó de una educación secundaria de privilegio, que costaba 31 mil dólares al año, ni de utilizar el jet privado de Trump para realizar viajes exóticos alrededor del mundo. Basta con revisar su cuenta de Instagram, en la que comparte con sus 800 mil seguidores su día a día en mansiones, en eventos exclusivos, en playas de ensueño.

Desde hace varios años, está en pareja con Ross Mechanic, un ingeniero que está afiliado al partido demócrata. Su simpatía política no le impidió, por caso, presentar junto a su novia en la Convención Nacional Republicana, uno de los tibios intentos de Donald Trump por dar a conocer a su hija menos conocida, a su hija menos preferida.

Durante la extensa campaña presidencial de Donald Trump, además de su esposa Melania, su gran acompañante fue Ivanka. Con el pretexto de sus estudios en Pensilvania, Tiffany no se hizo presente hasta bien entrada la carrera electoral, aunque siempre apareció en un segundo plano, detrás de Ivanka, Donald Jr., Eric e incluso el joven Barron.

Mostrarse junto a su familia fue uno de los ejes de la campaña. Intentar desvincular sus frases rimbombantes y chabacanas. Exponerlo como un hombre del hogar, amado por sus hijos y su esposa. Dentro de la estrategia, Tiffany, ya con 23 años, fue la menos visible. En una entrevista en plena campaña, Trump fue consultado por su relación con sus hijos. Visceral e inoportuno, fiel a su estilo, respondió: «Estoy orgulloso de todos mis hijos, aunque de Tiffany en menor medida».

Tiffany de bebé, junto a sus padres
Tiffany de bebé, junto a sus padres

Fuente: https://www.infobae.com