Nueva York. Yoselyn Ortega, la niñera que en 2012 mató a los dos niños que cuidaba en Manhattan, fue hallada culpable  de los homicidios por un jurado de Nueva York y podría recibir una condena a cadena perpetua.

Tras dos días de deliberaciones, los 12 jurados declararon a Ortega culpable de los cuatro delitos de los que era acusada, dos por cada uno de los niños, y rechazaron la teoría de la defensa de que sus problemas mentales le impedían entender lo que hacía.



Yoselyn Ortega podría recibir una condena a cadena perpetua: Foto: Reuters

El padre de los niños, Kevin Krim, presenció el veredicto en la sala de audiencias y rompió a llorar mientras daba las «gracias» a los miembros del jurado, según periodistas presentes en el lugar.

Cyrus Vance, fiscal jefe de Manhattan, saludó la sentencia y alabó «la fuerza» del jurado, así como la «valentía» de los padres de la víctimas ante «estos asesinatos horribles».



«Encontrar una forma de cuidar a los hijos es una de las decisiones más difíciles que unos padres deben tomar (…) Estoy contigo de todo corazón, como lo he estado todos los días durante cinco años», aseguró junto a Kevin Krim en una breve rueda de prensa.

«Ningún padre tendría que hacer frente a la muerte de un hijo, y menos a manos de alguien en quien confiaron», explicó, antes de asegurar que pediría la cadena perpetua en la audiencia prevista para el 14 de mayo.

– «Gracias por aguantar» –

La historia de Ortega, una dominicana de 55 años, inspiró una exitosa novela de la escritora franco-marroquí Leïla Slimani, «Chanson douce» (Canción de cuna), que ganó el premio Goncourt en 2016. La obra destaca la diferencia de clases entre la familia adinerada y la niñera inmigrante, con problemas personales y financieros.

El 25 de octubre de 2012, Ortega mató a puñaladas a Leo y Lucia Krim, de dos y seis años, en el baño del apartamento de la familia Krim en el acomodado barrio del Upper West Side, a pasos del Central Park, mientras la madre iba a buscar a su tercera hija que salía de clases de baile.

Aunque Ortega no negó haber cometido los asesinatos, durante seis semanas de juicio en la corte de Manhattan la defensa presentó el testimonio de varios médicos, sobre todo dos psiquiatras, para intentar convencer al jurado de que la niñera no podía ser considerada responsable de sus actos.

Los expertos estimaron que la niñera, que intentó cortarse la garganta tras los asesinatos, había mostrado varios síntomas de psicosis.

Allegados a la acusada contaron asimismo que Ortega padecía depresión nerviosa, y parecía perder el control en los días anteriores a la tragedia, con crisis de llanto y paranoia.

Dos psiquiatras estimaron que en el momento de los asesinatos estaba en «un estado de disociación».

«Su mente y su cuerpo se separaron metafísicamente», estimó la abogada de la acusada, Valerie Van Leer-Greenberg.

– Modelo de resistencia –

Pero los fiscales subrayaron que Ortega albergaba profundos resentimientos contra la madre de los niños, Marina Krim, una exprofesora que durante un buen rato testificó al comienzo del proceso y tildó de «diablos» a su exempleada y a sus abogados.

La madre de los niños explicó las tensiones que surgieron con Ortega, perturbada por la llegada a Nueva York de su hijo adolescente que vivía en República Dominicana.

Sus testigos presentaron mensajes dejados por Ortega a su hermana y a su hijo antes de los asesinatos que dejan pensar que su gesto fue premeditado.

La fuerza mostrada por los padres ha calado en la sociedad estadounidense y se han convertido en un modelo de resistencia.

Después de la tragedia, Marina y Kevin, quien el día de los asesinatos se hallaba en viaje de negocios, abandonaron su apartamento pero permanecieron en Nueva York. Tuvieron luego otros dos hijos, que hoy tienen cuatro y dos años de edad, a los que consideran «genética y espiritualmente» como «medio Lulu y medio Leo».

En noviembre de 2012 crearon el «fondo Lulu y Leo» y la organización Choose creativity, para alentar la creatividad artística como medio para superar las dificultades de la vida.