Nuestra vida muchas veces se torna triste y poco a poco nada nos motiva, dándonos una sensación de apatía y desinterés en las cosas que nos gustan. Sin darnos cuenta nos apartamos de todo, encerrándonos en un mundo de oscuridad.
Esta situación afecta nuestra vida, nuestro trabajo, nuestro matrimonio, nuestros hijos y la búsqueda de Dios. Si nos preguntamos ¿cuál es la causa?, no sabemos responder. Pero la causa principal es que dejamos de buscarlo, de tener intimidad y de velar por mantener el fuego ardiente. Las cosas que nos rodean nos envuelven y nos separan de Su presencia.
Debemos estar alertas y reconocer cuándo estamos débiles, para que de inmediato clamemos a nuestro Padre Celestial que nos libere y podamos salir de las sombras de tinieblas que nos rodean.
Por eso, no podemos descuidar nuestra vida espiritual, la que nos mantiene y nos sostiene. Debemos ir todos los días a la Fuente y beber del agua de vida para no secarnos, a fin de que podamos seguir dando fruto en gran manera, porque al que tiene sed le dará de beber.
Por la pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios