Sabaneta, Santiago Rodríguez. La falta de conocimiento sigue el camino de empoderamiento de los santiagorodrigenses; sustentando el grave peligro que los asecha con la falta del líquido más importante para la vida.

La principal fuente hidrográfica que sirve de abastecimiento a los sabaneteros está en peligro de desaparecer; lamentablemente las autoridades municipales, principales y el mismo Estado no ejecutan las medidas correspondientes para evitar que el río Yaguajay y otros pasen a ser una cañada como: Periquete, La Pieza, y Sabana Larga (en Cercadillo), Tomines, Maquito (llegando a Pandora), Las Ánimas (en San José), Caña de Pan de Azúcar o Palmarejo (en Pata de Vaca).



Río Yaguajay

Las observaciones de las rocas y arenillas por parte de los ganaderos y hacendados de la zona han llamado fuertemente la atención y ha disparado la alarma; las depredaciones que han realizados en sus fincas para obtener pastos para su ganado, olvidado los meses de fuerte temperaturas que evaporan las aguas de ríos y lagunas; hoy son el fruto de la falta de conciencia y conocimiento.

Las construcciones de viviendas y cortes indiscriminadamente de árboles realizados en las orillas de ríos, cañadas y lagunas figuran entre las principales causas de las desapariciones de los ríos y cañadas de la zona; las autoridades y provinciales y el Estado deben parar inmediatamente estas actividades, de lo contrarios el país será convertirá en desierto.



Ha resultado muy chocante para los ganaderos ver la muerte lenta y segura del río Yaguajay; principal afluente del sector agrícola y ganadero.

Además, es única fuente de abastecimiento de agua del acueducto del municipio San Ignacio de Sabaneta que no tiene agua almacenada para muchos días en caso del caudal de Yaguajay ser neutro.

Después de un periodo de seca de aproximadamente tres meses, es posible caminar en zapatilla blanca sin alterar su color entre arenas y piedras por donde Yaguajay esparció su fuerte chorro de aguas cristalina, hoy solo quedan los recuerdos de la gran fuente acuífera.

Por Juan Pablo Bourdierd