¿Cómo sabe usted si su fe es fuerte o débil? Nos damos cuenta de que, como creyentes, se supone que deberíamos confiar a Dios cada aspecto de la vida, pero las circunstancias pueden hacer que vacilemos. Este no es un problema nuevo —cinco veces en el libro de Mateo, Cristo señaló ejemplos y síntomas de lo que llamó “poca fe”.

La ansiedad. En el Sermón del monte, Cristo se dirigió a gente que estaba preocupada por sus necesidades básicas (Mt 6.25-34). Les aseguró la provisión divina si el reino de Dios era su prioridad.



El temor. Cuando se levantó una tormenta, los discípulos tuvieron miedo, aunque el Creador del viento y el mar estaba con ellos (Mt 8.23-27).

El enfoque. Mientras el apóstol Pedro mantuvo su mirada en Jesucristo, tuvo fe para caminar sobre el agua. Pero cuando se enfocó en sus circunstancias, empezó a hundirse (Mt 14.24-33).



El olvido. A pesar de alimentar a miles de personas, los discípulos no recordaron la provisión de Cristo en el pasado (Mt 16.5-12).

La incompetencia. Aunque Cristo había dado a sus discípulos autoridad para expulsar demonios, se sentían carentes del poder divino (Mt 17.14-20).

En cada caso, la actitud mental equivocada resultó en falta de confianza en Cristo. La poca fe comienza, no con las circunstancias, sino con nuestra manera de pensar y nuestro enfoque. Por consiguiente, si queremos confiar más en Dios, debemos llenar nuestra mente de la verdad bíblica, recordar la fidelidad de nuestro Padre para con nosotros en el pasado, y buscar su mano obrando en nuestra situación presente. Cuando nuestra mente sea renovada, nuestra fe también lo será.

Fuente: encontacto.org