El juicio contra Ana Julia Quezada avanzó este miércoles en el relato de los mandos de la Guardia Civil que dirigieron la investigación por la desaparición de Gabriel, el 27 febrero del 2018.

De sus declaraciones destacaron dos momentos, cuando aseguraron que en los doce días de búsqueda desde la desaparición del niño no observaron en la acusada ni un ápice de arrepentimiento por lo que había hecho.



Según informó el portal La Vanguardia, esta afirmación desmontaba el argumento que dio la mujer durante su interrogatorio cuando aseguró que durante los días siguientes al crimen sólo deseaba ser descubierta y detenida por la Guardia Civil.

También desmontaron los investigadores que la mujer acudiera el 11 de marzo a la vivienda de Vícar, con el cadáver del niño en el maletero del coche, con la intención de suicidarse ante el peso de la mala conciencia.



Al contrario, tanto el sargento como el teniente de la comandancia de la Guardia Civil de Almería aseguraron que el único fin de sacar el cadáver del cortijo familiar de Rodalquilar era que el agujero que había cavado era demasiado pequeño, estaba demasiado expuesto a animales y alimañas y no lo movió antes ante la magnitud de los operativos de búsqueda. Además, ni en su bolso ni en el piso de Vícar se localizó medicamento suficiente para ejecutar un suicidio, como ella dijo.

Además, la investigada no sólo no coopero con los investigadores ni les dejó pistas para que se fijaran en ella, sino que desde el primer momento señaló a Sergio, su anterior pareja, para despistar a los investigadores. También destacaron como Patricia Ramírez, la madre de Gabriel, compartió con los guardias civiles sus sospechas hacia Ana Julia desde el momento en el que ésta encontró la camiseta de su hija.

Sin embargo, a pesar de que desde el día 3 que se produce el sospechoso hallazgo de la camiseta del niño, la Guardia Civil no inspeccionó con intensidad la finca del Rodalquilar, pese a que a ella acudió Ana Julia prácticamente todos los días.

Tanto el teniente como el sargento aseguraron que no fueron porque “no tenía sentido mirar” donde estaba la familia, como tampoco inspeccionar la casa de la abuela en las Hortichuelas, y porque “buscábamos al niño con vida, convencidos de que el móvil podría ser el del secuestro”.