Hay referencias históricas de que en la Edad Media había grandes libertades en los templos. Es por esta razón que es muy probable que los distintos Papas, a largo de la historia, eligieran el 25 de diciembre para conmemorar el nacimiento de Jesús con el fin de que los fieles cristianos se apartaran de las celebraciones paganas del solsticio de invierno.

La fiesta de la Natividad de Jesús venía así a ocupar el lugar de las fiestas saturnales y otras propias del invierno en Roma. Cuando estaba reinando el emperador Constantino el Grande, la iglesia propuso que el 25 de diciembre se celebrara el nacimiento del Salvador por su coincidencia con el festejo romano llamado Sol Invictus.



Así como el nacimiento de Jesús se comenzó a festejar cada 25 de diciembre en occidente, cercano al día más corto del año en el hemisferio norte, el nacimiento de San Juan Bautista se decidió que se celebraría el 24 de junio, alrededor del solsticio de verano, el día más largo en el hemisferio norte.

San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo. En el primer capítulo de San Lucas se narra que Zacarías era un sacerdote judío casado con Santa Isabel y no tenían hijos porque ella era estéril. Estando ya en edad muy avanzada, el ángel Gabriel se le apareció a Zacarías, le comunicó que su esposa iba a tener un hijo, que sería el precursor del Mesías, y a quien pondría por nombre Juan.



En un principio la Navidad tuvo un carácter humilde y campesino, pero a partir del siglo VIII comenzó a celebrarse con la pompa litúrgica que ha llegado hasta hoy, creando progresivamente la iluminación y decoración de los templos, centros comerciales y hogares de todo el mundo.