En medio del dolor, Job dijo : “¿Aceptaremos solo las cosas buenas que vienen de la mano de Dios y nunca lo malo?” (Job 2.10 NTV). Incluso las adversidades y el dolor tienen un lugar en el plan del Señor para cada creyente.

Durante un momento doloroso de mi vida, decidí que debía aprender algo de mi angustia, como lo hizo Job. Eso le permitió a Dios desarrollar más compasión en mí.



Reflexione en la verdad de las palabras de Pablo: que Dios “nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción” (2 Co 1.4). Piense en las personas que busca cuando sufre. Quiere tener a alguien que haya sentido su dolor, ¿verdad? Una persona que ya haya recorrido el camino en el que usted se encuentra, puede comprender su dolor y ofrecer sabiduría. Pasar por lo que a veces llamamos la “experiencia del valle” nos prepara para ser de bendición y aliento. Pero primero debemos aceptar que Dios ha permitido la adversidad en nuestra vida, y luego decidir aprender de ella.

Dios es el Señor de nuestra vida, y tiene derecho a usarnos como consoladores y alentadores para quienes nos rodean. Como sus siervos, debemos estar dispuestos a hacer su voluntad, incluso cuando nos duela. ¡No desaproveche su propio sufrimiento! Por el contrario, úselo para la gloria de Dios.



Fuente Encontacto.org