En medio del debate sobre el lenguaje inclusivo, que enfrenta a académicos, intelectuales y activistas, la Real Academia Española incluyó en su observatorio de palabras el término “elle”, el cual, usado como pronombre, sirve para referirse a las personas que no se identifican con ninguno de los dos géneros tradicionalmente existentes.

Justo de ese modo lo define la RAE en la sección, pero advierte que este término aún no está generalizado.



El observatorio de palabras, explica la institución, ofrece información sobre palabras y expresiones que por el momento no aparecen en el diccionario, pero que han generado dudas. Son neologismos, extranjerismos, tecnicismos, regionalismos, entre otros.

Es una información provisional, según la RAE, porque no está contemplado aún en las obras académicas, así que en el futuro estos términos podrían ser modificados. Por lo tanto, la presencia de estas palabras en el observatorio no implica que la institución las apruebe.



Otros términos en observación, algunos de ellos derivados del uso de las redes sociales, son ciberataque, porfa, bot, mutear, loguear, videollamada, ciberacoso, emoji, entre otros.

Incluso aparece una acepción de la palabra bizarro, cuya definición oficial tiene relación con valiente o aguerrido pero que actualmente también se utiliza para hablar de algo raro o extravagante. Esto se debe, indica la RAE, al influjo del inglés o el francés.

A principios de año la postura de la RAE sobre el lenguaje inclusivo era que, de imponerse entre los hispanohablantes, no tendrán otra opción sino asimilarlo. Pero advirtió que hasta ahora se trata de una extravagancia que no facilita la comunicación.

“No se puede imponer una manera de hablar por decreto, ni por un acuerdo”, dijo Santiago Muñoz Machado, director de la RAE.

“En la medida en la que vayan variando las modas, la academia se convierte en notario, en fedatario de cómo se habla y va incorporando conceptos bien al Diccionario bien a la gramática”, agregó.

Una opinión dura contra el lenguaje inclusivo ha sido la del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien en una entrevista advirtió que este fenómeno “es una especie de aberración que no va a resolver el problema de la discriminación de la mujer”.

Mientras que en una entrevista para El Nacional a finales de septiembre, Francisco Javier Pérez, secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española, afirmó: “Lo que pasa es que el lenguaje en sí mismo no es inclusivo ni excluyente. No es bueno o malo. Es una posibilidad de comunicarnos, pensar y de expresarnos. Nosotros lo hacemos inclusivo o excluyente”.