El hombre se afana por trabajar para tener cubiertas sus necesidades, sus deseos, y poder disfrutar de aquello que es capaz de alcanzar con esfuerzo. Pero se ha olvidado de darle las primicias al Señor, lo cual nos asegura la entrada de nuestros recursos y la abundancia de ellos.

La Palabra nos enseña que debemos darle al Señor lo primero de todo, porque esto es una honra. Nos hemos convertirnos en amadores del dinero, olvidándonos de quién es Él.



Dios desea que nos despojemos de toda avaricia, tacañería, razonamiento, independencia e incredulidad, y podamos verlo como es Él: El Shaddai (el Todopoderoso). No podemos competir con aquel que es dueño de todas las riquezas del mundo. Honrar a nuestro Señor es un privilegio y en nuestras manos está el poder para hacerlo.

Por la Pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios