Rusia advirtió a Estados Unidos que «no juegue con fuego» después de haber adoptado sanciones contra siete altos funcionarios rusos, en respuesta al envenenamiento del opositor Alexéi Navalni, atribuido al Kremlin.

El ministerio de Asuntos Exteriores ruso denunció en un comunicado el martes por la noche un «ataque hostil antirruso» como parte de una «política estadounidense insensata e ilógica que solo perjudica aún más las relaciones bilaterales» con Moscú.



«Triunfa el absurdo», dijo la diplomacia rusa, acusando a Washington de utilizar a Navalni como «pretexto» para «interferir abiertamente» en los «asuntos internos» de Rusia.

«Reaccionaremos sobre la base del principio de reciprocidad», continuó el ministerio, al tiempo que aseguró que «los cálculos para imponer algo a Rusia mediante sanciones u otras presiones han fracasado en el pasado y fracasarán hoy».



«Seguiremos defendiendo nuestros intereses nacionales de forma sistemática y decidida, rechazando cualquier agresión. Instamos a nuestros colegas a no jugar con fuego», dijo el ministerio ruso, añadiendo que Estados Unidos había «perdido el derecho moral a dar lecciones a los demás».

Washington anunció el martes que sancionaría a altos funcionarios rusos.

Se trata de las primeras sanciones contra Rusia anunciadas por Joe Biden que, desde que asumió el cargo el 20 de enero, ha adoptado un tono mucho más firme hacia Moscú que su predecesor republicano Donald Trump.

Las sanciones van dirigidas contra Alexánder Bórtnikov, jefe de los poderosos servicios de seguridad (FSB), el jefe de los servicios penitenciarios Alexánder Kaláshnikov, el fiscal general Ígor Krasnov y un estrecho colaborador del presidente Vladimir Putin, Serguéi Kiriyenko.

Por su parte, la Unión Europea formalizó el lunes las sanciones contra cuatro altos funcionarios rusos implicados en el proceso judicial contra Navalni y la represión de sus partidarios.