Canadá y Dinamarca finalmente resolvieron un conflicto «amistoso» de décadas por un pequeño, árido y deshabitado territorio del Ártico, que se libró con armas especiales: banderas, whisky y licor.

Ambas partes anunciarán formalmente el martes el acuerdo para dividir la isla Hans y crear la primera frontera terrestre entre Canadá y Europa en una ceremonia en Ottawa con asistencia de los ministros de Relaciones Exteriores de Canadá y Dinamarca.



Dividir la isla y resolver conflicto de 49 años se presentará como un modelo para resolver pacíficamente disputas territoriales, en contraste con la guerra desatada por la invasión rusa de Ucrania desde fines de febrero.



«El Ártico es un faro para la cooperación internacional, donde prevalece el estado de derecho», sostuvo la ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Melanie Joly.

«Dado que la seguridad mundial se ve amenazada, es más importante que nunca que democracias como Canadá y Dinamarca trabajen juntas, con los pueblos indígenas, para resolver nuestras diferencias de conformidad con el derecho internacional», subrayó.

La disputa sobre la isla Hans -de 1,3 kilómetros cuadrados y ubicada entre Ellesmere y Groenlandia- se remonta a 1973, año en que se trazó un límite marítimo entre Canadá y Groenlandia, territorio autónoma que integra el reino de Dinamarca.

Daneses y canadienses la han visitado en helicóptero durante las últimas décadas para reclamarla, provocando protestas diplomáticas, campañas en línea e incluso un llamado canadiense para boicotear los pasteles daneses.

Durante esas visitas ministeriales, cada lado plantaba una bandera y dejaba una botella de whisky o licor tradicional para que lo disfrutara la otra parte.

El helado sitio es inhabitable, pero con el calentamiento global atrae más tráfico de barcos al Ártico, abriéndolo a la pesca y la exploración de recursos, aunque tal vez no en el área específica de la isla Hans.

Michael Byers, experto en asuntos del Ártico, señaló que «la isla es tan increíblemente remota que es económicamente inviable contemplar cualquier actividad seria allí».

Sin embargo, posponer la resolución de esta inusual disputa territorial fue un buen teatro político para ambos países.

«Fue una disputa de soberanía totalmente libre de riesgos entre dos aliados de la OTAN sobre una isla diminuta e insignificante», dijo Byers a la AFP.

No obstante, Dinamarca temía que perder la batalla por la isla socavara las relaciones con Groenlandia, mientras que Canadá quería evitar que una pérdida del territorio debilitara su posición en una disputa más importante con Estados Unidos sobre el mar de Beaufort, en el extremo noroeste de Canadá, que se cree que es rico en hidrocarburos.