San Pedro de Macorís.-La Autovía del Este, entre el desvío hacia Guayacanes y el puente Mauricio Báez sobre el río Higuamo, particularmente después que se deja atrás el tumultuoso pero incitante mar Caribe, tenía muy pocos puntos o espacios de interés para el viajero habitual o el de ocasión.

Era hasta ahora un tramo para dormirse, recostado en un asiento, si no se tenía la responsabilidad ante el volante de un vehículo. Pero esto tiende a concluir.



Al llegar al desvío hacia San Pedro de Macorís, donde la vía tiende un giro al norte para empalmar con el referido puente Mauricio Báez, está siendo construido uno de los mejor logrados muros de bienvenida levantados a la entrada de los pueblos por todo el país.

Una mirada



Espacioso y con aspecto de parque, con un lema de alta poesía se conserva en la estructura el icónico verso del poema más celebrado del petromacorisano Pedro Mir, “Hay un país en el mundo”, inscrito todavía sin destacar en un bordillo, es un lugar que, inconcluso, invita a detenerse.

Decorada con herbáceas de las que un obrero de un castellano precario y a veces incomprensible no pudo dar su nombre, la obra tiene amplitud para caminar o sentarse un rato en las estructuras puestas con ese fin antes de continuar el viaje hacia cualquier punto del Este a donde se desplace el viajero.

Detalla Miguel Febles en el periódico El Día, que detrás ha sido habilitado el lugar para el estacionamiento de vehículos de quienes decidan hacer una parada mayor, opten por hacerse fotos o, simplemente, caminar alrededor, distender las piernas y respirar un poco del aire del lugar.

En el muro

En la alegoría de fondo de una parte del nombre está el juego de la pelota, sin una figura humana hasta el momento, pero innecesaria, porque en la base de las letras de la mitad del nombre de la provincia y del municipio cabecera a donde invita a pasar, han sido puestas sendas pelotas figuradas, suficientemente grandes como para dejarse ver desde la vía, bastante evidentes como para proclamar el béisbol consustanciado con la comunidad.

Es una alegoría del equipo de la pelota profesional representativo de la provincia, con la profusión del verde en los trazos de fondo y en la estrella, acaso la única en el mundo de este color, y del tiempo en el que San Pedro de Macorís era la capital del talento beisbolístico a pesar de las escasas tres campañas ganadas por las Estrellas Orientales en 112 años.

Una crítica

Un par de reparos pueden ser hechos al diseño al que se le está atribuyendo con esta nota una alta puntuación si se le compara con muchos otros que pueden ser vistos al llegar a pueblos y aldeas de un tiempo acá: en la parte de atrás, frente al estacionamiento, pudo haber sido habilitado, en lugar de palmeras y grama, una estructura escalonada para ascender a tomarse fotos entre las pelotas, para presentar actividades culturales a tono con la fama de la provincia, madre nutricia de tantos buenos escritores como excelentes deportistas, y en uno de los lados, tal vez junto a los árboles, un restaurante para tomarse un café y comer una tostada antes de seguir el camino.

Todavía esta obra puede ser mejorada bastante

Opción. En el caso de que en la parte de atrás hubiera sido acondicionada una plataforma escalonada no sería sólo para el beneficio de los petromacorisanos, también de los viajeros, que en el estado actual de la obra se detienen a tomarse fotos y a caminar alrededor.

Pero sin duda, los lugareños lo agradecerían, porque con el tránsito imposible y el ruido urbano, pronto ellos mismos podrían ir allí a pasar un rato al aire libre a la sombra de un roble o a deleitarse con una presentación artística de guloyas, merengueros, bachateros o dembowseros, que sería tanto como burlar un poco a los constructores de autovías y su afán de evitar los pueblos.