Inusualmente cálidas para esta época del año, las aguas del Pacífico llevan una advertencia hasta las playas: El Niño ya comenzó y llega con el pronóstico de ser el más intenso en décadas, una sentencia de hambre y muerte para las iguanas marinas negras del archipiélago ecuatoriano de Galápagos.

Sobre la arena blanca de la isla Santa Cruz rebosan ejemplares de «Amblyrhynchus cristatus», que pueden llegar a vivir 60 años. Es una especie única, de aspecto prehistórico y una de las más amenazadas por el aumento de la temperatura de la superficie del océano asociado al fenómeno climático El Niño, que además debilita los vientos y genera fuertes lluvias.



Es un evento «que permanentemente ha azotado Galápagos», señala Danny Rueda, director del Parque Nacional Galápagos, en entrevista con la AFP.

Sin embargo, su intensidad y frecuencia varía. En 1982 El Niño lanzó un primer aviso de furia, y en 1997 blanqueó colonias completas de corales y causó estragos en la vida animal de las islas que inspiraron la teoría darwinista de la evolución.



Y «este sería, posiblemente, según los pronósticos, el tercer fenómeno de El Niño con esta magnitud igual a los anteriores», sostiene preocupado Rueda.

La Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) anunció el 8 de junio el inicio de El Niño, advirtiendo que «podría generar nuevos récords de temperaturas» en ciertas regiones.

En el pasado, el Niño redujo en un 30% la población de pingüinos y cormoranes voladores. También afectó a lobos marinos e iguanas marinas de las Galápagos, la cuatro especies más vulnerables del archipiélago.

Normalmente, a esta altura del año debería haber un «ingreso de agua fría, pero todavía tenemos agua muy templada», observa Rueda.

– Pérdida de talla y peso –

El monitoreo de la población animal permitirá determinar la intensidad de El Niño, que en promedio ocurre cada dos a siete años y suele durar entre nueve y doce meses.

Ante un menor «éxito reproductivo» de estas especies, explica Rueda, estamos «hablando de un fenómeno de El Niño (…), en el ámbito de la conservación, con un efecto muy grave».

Y aunque se trata de un fenómeno climático natural, el episodio actual se inscribe «en el contexto de un clima modificado por las actividades humanas», advierte por su parte la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Las especies de las Galápagos están en condiciones de sobrevivir a anomalías climáticas, lo que se conoce como resiliencia, pero si estas variaciones ocurren con demasiada frecuencia e intensidad no tienen tiempo para recuperarse y existe una amenaza de romper el equilibrio entre natalidad y mortalidad.

Los pingüinos y cormoranes voladores, con una población de 1.000 a 1.500 individuos, pueden verse más afectados que las iguanas marinas, las únicas en el mundo con capacidad para bucear.

Con unos 450.000 individuos, estos reptiles son una «población que puede recuperarse muy pronto», apunta Rueda, lo que no evita que puedan perder peso y se encojan hasta cinco centímetros, como ha sido documentado en el pasado.

Las iguanas marinas solo consumen algas cerca de la playa «y no pueden nadar grandes distancias en mar abierto para buscar (su) alimento», que precisamente escasea en la época de El Niño, complementa el director de la oenegé Galápagos Conservancy en Ecuador, Washington Tapia.

Y a menos algas, menos peces, que a su vez son el alimento de lobos marinos y otras especies.

– Nidos inundados –

Incluso, por las fuertes lluvias también se pueden ver afectadas las poblaciones de tortugas marinas y terrestres ya que se inundarían los nidos y se perderían sus huevos.

«Al ser un fenómeno natural, no tenemos ninguna medida preventiva», lo único que se puede hacer es «tener el número poblacional pos-Niño para saber qué tanto impactó el fenómeno a estas poblaciones vulnerables» de las Galápagos, sostiene el director del Parque.

A 1.000 km de la costa ecuatoriana, en el archipiélago habitan 33.000 personas y es uno de los lugares más expuestos a la crisis climática.

«Estamos en un sitio donde convergen muchas corrientes marinas y eso hace que eventos como El Niño, producto del cambio climático, tengan un impacto severo sobre muchas especies y sobre algunos ecosistemas», explica Tapia, quien dirige un proyecto de repoblamiento de tortugas gigantes junto a la multinacional peruana de bebidas AJE.

Por lo pronto en la playa Tortuga Bay, en la isla de Santa Cruz, las iguanas marinas – que pueden descender hasta 12 metros de profundidad y permanecer sumergidas hasta 60 minutos – todavía encuentran alimento cerca de las arenas blancas.