Brasil emergió del terror de la pandemia de covid-19 gracias a una exitosa campaña de vacunación masiva. Pero dos años después enfrenta un problema: las tasas de inmunización -y no sólo para el covid-19- se han desplomado, exponiendo a millones a enfermedades que habían sido erradicadas.

Médicos, gobernantes y hasta el fondo de Naciones Unidas para la infancia, Unicef, han alertado sobre el colapso de las tasas de inmunización en el gigante sudamericano, donde la cobertura general de vacunación cayó del 95% en 2015 a 68% el año pasado, según cifras oficiales. 



Para la poliomielitis, por ejemplo, la cifra retrocedió de 85% a 68%, encendiendo alarmas sobre un posible resurgimiento de la enfermedad en Brasil, donde se erradicó en 1989. Las cifras son similares para otras vacunas. 

El sarampión, eliminado oficialmente en el país en 2016, regresó dos años después. También se teme que la difteria esté de vuelta.



Los expertos afirman que la reticencia a las vacunas es un problema creciente en el mundo, pero la situación preocupa particularmente en Brasil, un país de 203 millones de habitantes que hasta hace poco era aclamado como un líder en materia de vacunación.

Pero un movimiento antivacunas que comenzó a extenderse en 2016 ganó una nueva dimensión al contar con un aliado de peso: el expresidente de ultraderecha Jair Bolsonaro (2019-2022), quien afirma no haberse vacunado contra el covid-19 y llegó a bromear con que la vacuna podría convertir a las personas en «caimán».

«Es muy triste ver cómo un país cuyos programas de vacunación son un ejemplo para el mundo puede sufrir repentinamente un movimiento antivacunas», dijo a las AFP Natalia Pasternak, directora del Instituto Questao de Ciencia (IQC), un grupo de expertos en políticas públicas.

La especialista lamentó «ver cómo 50 años de trabajo pueden destruirse tan fácilmente en tres».

 

– Historia de éxito destruida –

La pandemia demostró la importancia del sistema de salud pública universal brasileño, que aunque enfrenta dificultades, recibe muchos elogios.

En 2020 se registraron algunas de las imágenes más duras de la crisis sanitaria: fosas comunes y cadáveres apilados en camiones frigoríficos en lugares como Manaus (norte), donde los hospitales colapsados se quedaron sin oxígeno.

Al año siguiente surgieron imágenes de esperanza, como las de trabajadores de la salud transformando el sambódromo de Rio de Janeiro en un centro de inmunización, o adentrándose en botes en la selva amazónica para llevar vacunas a pueblos indígenas.

Los expertos creen que la campaña ayudó a evitar una tragedia mucho mayor en Brasil, donde más de 700.000 personas murieron de covid-19, cifra sólo superada por Estados Unidos.

Pese a un comienzo de campaña con cierto retraso, ampliamente atribuido a Bolsonaro, para principios de 2022 Brasil había vacunado contra el covid al 93% de los adultos.

Luego, las tasas cayeron, no solo para esas vacunas, sino para todo el resto.

 

– «Infodemia» –

Según expertos, son varios los factores causan el declive: dificultad de ponerse al día con las vacunas retrasadas durante la pandemia, falta de acceso a la atención médica y una menor conciencia sobre los peligros de las enfermedades que afectaron a la población en el pasado.

Pero hay un nuevo elemento que, según especialistas, empeora el escenario: una mezcla tóxica de política, polarización y desinformación que estalló durante la pandemia y se ha expandido en el mundo.

En Brasil, pese a que Bolsonaro perdió las elecciones de 2022 ante el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, el movimiento antivacunas sigue prosperando.

«Las familias están siendo atacadas por la desinformación y las mentiras. No se trata sólo de noticias falsas ocasionales, es muy estructurado», dijo Isabella Ballalai, de la Sociedad Brasileña de Inmunización.

«Las consecuencias de esa ‘infodemia’ serán peores que la propia pandemia», advirtió.

La ministra de Salud de Brasil, Nisia Trindade, dijo que el gobierno está evaluando cómo castigar a los médicos que difunden desinformación contra las vacunas.

«Las noticias falsas criminales están sembrando dudas y alimentando la falta de adhesión a las vacunas», indicó a la AFP.

 

– Influencias locales –

En una encuesta reciente, la Sociedad Brasileña de Pediatría (SBP) y el IQC descubrieron que, según los médicos, el miedo a los efectos secundarios y la desconfianza en las vacunas son las principales razones de los padres para no vacunar a sus hijos.

Pasternak, cuya organización trabaja para producir información confiable que contrarreste la avalancha de desinformación, propone convencer a la población trabajando con «líderes locales».

«Las personas escuchan a aquellos en quienes confían: pastores, líderes comunitarios», dijo.

Pero revertir la tendencia no será fácil, admitió. «Tenemos mucho trabajo por hacer».