Ucrania prometió este domingo «represalias» por un ataque ruso contra la ciudad de Odesa, en el que murieron dos personas y resultó destruida una catedral ortodoxa, horas antes de una cumbre entre los líderes de Rusia y Bielorrusia para hablar de la seguridad en Europa oriental.

Tras dar parte de un fallecido, el ministerio ucraniano del Interior elevó su balance a dos muertos. Igualmente hubo 22 heridos, entre ellos cuatro menores de edad de entre 11 y 17 años.



Según las autoridades ucranianas, Rusia lanzó 19 misiles por tierra, mar y aire contra esta ciudad del mar Negro, fundamental para el tránsito marítimo en la zona. Nueve de esos proyectiles fueron derribados.

«Misiles contra ciudades pacíficas, contra viviendas, contra una catedral», dijo el presidente Volodimir Zelenski. «Habrá represalias contra los terroristas rusos por lo ocurrido en Odesa», prometió.



En los ataques resultó «destruida» la catedral ortodoxa de la Transfiguración, según las autoridades ucranianas.

«La Catedral de la Transfiguración, en el centro histórico de Odesa, bajo protección de la Unesco, fue destruida. Un crimen de guerra que nunca será olvidado ni perdonado», escribió la cancillería ucraniana en Twitter.

Moscú dijo por su lado haber alcanzado todos los objetivos marcados en Odesa.

El ejército ruso explicó haber atacado durante la noche «instalaciones donde se estaban preparando actos terroristas contra la Federación Rusa por medio de embarcaciones no tripuladas». En esas instalaciones, aseveró, había mercenarios extranjeros.

Los proyectiles rusos que no fueron interceptados causaron por otro lado «daños en las infraestructuras portuarias, y en al menos seis lugares residenciales, incluyendo bloques de apartamentos», puntualizó el ejército ucraniano.

Odesa, a orillas del mar Negro, es un punto estratégico para el tráfico marítimo en la zona.

La ciudad ya vivió «una noche infernal» el jueves, según Kiev, que acusó a Moscú de atacar específicamente las infraestructuras del puerto, para impedir una eventual reanudación de los envíos de granos ucranianos.

Rusia se retiró hace una semana del acuerdo que permitió exportar dichos cereales durante un año, alegando que no se había cumplido su exigencia de que se levantaran las trabas a sus exportaciones de alimentos y fertilizantes. Moscú avisó de que tras esto ya no habría más «garantías de seguridad» en el mar Negro.

– La contraofensiva ucraniana «ha fracasado», dice Putin –

El ataque a Odesa se produjo horas antes de una reunión en San Petersburgo entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo y aliado bielorruso, Alexander Lukashenko.

El encuentro, que durará finalmente dos días, es el primero entre ambos líderes desde que Bielorrusia medió para poner fin al motín de los mercenarios del grupo Wagner en Rusia, hace cuatro semanas.

«Hablaremos de la seguridad en nuestra región», dijo Putin a su invitado en declaraciones recogidas por la televisión.

Al comienzo de la cita, en el palacio Konstantinovski, el presidente ruso aseveró que la contraofensiva ucraniana emprendida a comienzos de junio para tratar de recuperar el terreno invadido por Moscú en el sur y el este «ha fracasado».

Lukashenko se refirió a su vez al grupo Wagner, liderado por Yevgueni Prighozin, antaño cercano a Putin.

El mandatario bielorruso afirmó que los mercenarios «están de mal humor» y que les gustaría ir a Polonia, si bien él los está manteniendo en el centro de Bielorrusia.

«Piden ir hacia el oeste, y me piden permiso (…) para ir de viaje a Varsovia, a Rzeszow», en territorio polaco, dijo Lukashenko a Putin, que le respondió con una sonrisa.

«Pero por supuesto, los mantengo en el centro de Bielorrusia, tal y como acordamos», añadió el líder bielorruso. «Controlamos lo que está ocurriendo», insistió.

Los dos mandatarios saludaron luego juntos a una muchedumbre congregada en Kronstadt, una ciudad situada en una isla en frente de San Petersburgo, y se tomaron fotos con algunas de las personas presentes en la plaza de la catedral.

La víspera, Ucrania voló en un ataque con drones un depósito de municiones en Crimea, lo que obligó a evacuar población alrededor y a suspender el tráfico ferroviario en esta península anexionada por Rusia en 2014.

La muerte del periodista ruso Rostislav Zhuravlev, de la agencia estatal Ria Novosti, en un bombardeo ucraniano suscitó la ira del Kremlin, que denunció «un crimen odioso» y prometió una «respuesta» a los responsables de ese ataque.

Una fuente del ejército ucraniano dijo a AFP que dicho ataque apuntaba a «instalaciones militares».