Era el 4 de septiembre de 2022 y unas 10.000 personas gritaban «Beast, Beast, Beast» en un centro comercial de Nueva Jersey, para recibir al youtuber con más seguidores en el planeta, listo para inaugurar su primera hamburguesería.

MrBeast (Jimmy Donaldson su nombre real) había decidido aprovechar su fama como «influencer» para lanzar su negocio «MrBeast Burger», con menús preparados en cocinas conocidas como «fantasma», que solo cocinan para ventas a domicilio.



La ambiciosa aventura se torció rápidamente.

A sus 25 años, con más de 170 millones de seguidores, MrBeast acaba de demandar a sus asociados tras recibir malas críticas por la calidad de las hamburguesas.



«Es la peor hamburguesa que he comido en mi vida. Era como tragarse cucharadas de polvo de ajo», afirmaba un crítico en Nueva York.

Ese tipo de críticas han sido incluidas en la demanda presentada ante un tribunal de Nueva York en julio.

En represalia, la empresa de cáterin, Virtual Dining Concepts, acaba de presentar su propia demanda de daños e intereses contra Mr Beast, por 100 millones de dólares.

Jimmy Donaldson tiene de todas maneras otros ases en la manga: Feastables, que propone galletas y barritas de cereales con chocolate.

La industria alimenticia, que mueve billones de dólares en todo el mundo, es un filón tentador para estas estrellas de las redes sociales.

En España, Carlos Ríos es un nutricionista con 1,6 millones de seguidores en Instagram que rápidamente sacó su propia marca de comidas, como alternativa a los productos ultraprocesados.

En Estados Unidos otro caso con éxito es Logan Paul, un musculoso youtuber que vende su propia marca de bebidas energéticas.

«Numerosos youtubers crean una comunidad de fans fieles gracias a su relación aparentemente cercana con su público», explica Vince Miller, de la la universidad de Kent, en Gran Bretaña.

Los problemas judiciales de MrBeast son «una señal para muchos otros ‘influencers'», explica Jess Flack, fundadora de la agencia de marketing especializada Ubiquitous.

«Toda la carrera de alguien como MrBeast se basa en su reputación», insiste.

– Cuidar la reputación –

El fenómeno de estrellas que lanzan sus propias marcas es casi tan viejo como los propios orígenes del cine, el arte o la música.

El pintor español Salvador Dalí hizo de la mercadotecnia una de sus grandes fuentes de ingresos. El actor George Clooney tiene su propia marca de tequila, y Paul Newman sacó su propia linea de salsas para cocinar.

Pero MrBeast «no es un actor o un cantante que pueda regresar a su carrera» si fracasan sus negocios, advierte esta analista.

Una mala crítica es demoledora para alguien que solo vende su imagen, o sus opiniones.

Según Forbes, este joven ganó en 2021 54 millones de dólares. Sus ganancias las reinvierte en videos que sorprenden por su cuidada producción.

Sus videos son seguidos religiosamente por millones de jóvenes, como el más reciente «Siete días a la deriva», en el que MrBeast y varios amigos son filmados como náufragos en el mar.

El primer episodio logró congregar 46 millones de visitantes.

En España o América Latina los videos de cocina o gastronomía gozan de enorme popularidad, aunque por el momento el fenómeno no se ha traducido en grandes operaciones comerciales como realfooding.com, de Carlos Ríos.

La gran mayoría de blogueros o youtubers de cocina en español proponen recetas caseras a partir de la cesta de la compra de sus seguidores. Y los más avispados, libros de cocina que se pueden comprar luego en Amazon.