La muerte reciente de una modelo argentina, aparentemente relacionada con la realización de una cirugía estética, puso el foco sobre estos tratamientos que van en aumento y a veces quedan fuera de control en un mundo sometido a la tiranía de las imágenes retocadas con filtros.

Silvina Luna, también actriz y animadora de televisión, murió en agosto a los 43 años tras sufrir una serie de complicaciones de salud que los medios siguieron paso a paso.



Se operó los muslos y los glúteos, y pasó de sufrir inflamaciones a presentar hipercalcemia e insuficiencia renal. Falleció a la espera de un trasplante de riñón.



«Había mucho material, material en exceso», dijo el abogado de la familia, Fernando Burlando, sin especificar la sustancia que se le administró a esta figura querida por el público que se inició en el espectáculo en el programa «Gran Hermano».

«Ningún ser humano, creo yo, puede tolerar semejante cantidad de material ajeno al cuerpo (…). Vi la extracción de una cantidad de material duro que desde mi óptica no era tejido humano, si bien estaba todo empapado y envuelto en tejido humano», describió con crudeza el abogado tras la autopsia.

– Duro «como una piedra» –

Su cirujano, Aníbal Lotocki, había sido condenado en 2022 a cuatro años de cárcel. Se le prohibió el ejercicio por un periodo de cinco años debido a mala praxis en los casos de varios pacientes, entre estos el de Luna.

El médico, conocido desde hace 15 años como el de las celebridades, se encuentra libre gracias a una apelación, aunque los abogados de otros pacientes han pedido su detención preventiva. La abogada de Lotocki insiste en que la justicia no ha establecido un «nexo causal» entre la operación y las patologías.

Otra figura de la televisión, el exbailarín Mariano Caprarola, falleció en agosto, a los 49 años, tras padecer una grave insuficiencia renal y una crisis cardíaca. También se había sometido a un procedimiento estético con Lotocki, para hacerse los glúteos.

Lo acusó de haberle «inyectado la muerte».

Las complicaciones sufridas por ambos evocaron un posible uso del metacrilato, un polímero que ya no se comercializa en Argentina. Aunque el producto estuvo autorizado para cirugías estéticas, debe administrarse en cantidades mínimas y para usos muy específicos, como prótesis dentales u óseas.

Pero debido a su precio muy elevado, los pacientes se preguntan qué se les inyectó realmente. Un médico que se reservó su nombre aseguró a la AFP que atendió a expacientes de Lotocki que tenían partes del cuerpo duras «como una piedra». «Y cuando le querías poner una inyección se doblaba la aguja», contó.

En los últimos años ha surgido como especialidad la radiología estética, con la que se ubica y caracteriza el material de relleno y también se puede hacer una evaluación de riesgos antes de una operación.

– «Más accesible» –

Argentina ha sido tradicionalmente uno de los países de América Latina donde se realizan mayor cantidad de cirugías plásticas, junto con Brasil y Colombia.

Pero en los años recientes ha habido un fuerte incremento. Edgardo Bisquert, presidente de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, calcula un aumento de 20% en los últimos cinco años.

«El país se ha hecho más accesible, por el tipo de cambio, a que vengan muchos pacientes del exterior», refirió a la AFP este especialista que también apunta a la experiencia de la pandemia y de las redes sociales como disparadores de cirugías.

«Mucha gente durante la pandemia vivió conectada al celular, y se miraba mucho más en el espejo. A su vez, la redes sociales con los famosos filtros que transforman a una persona sin operarse provocan un deseo de parecerse a esa imagen», indicó.

Bisquert invita a los pacientes a estudiar bien al especialista que hará el procedimiento.

«Uno aprende a operar en tres meses y se perfecciona en un par de años. Pero aprender a decir que no toma 30 años», describió el cirujano plástico Maximiliano Gil Miranda, quien evoca cómo algunos pacientes le muestran fotos retocadas como modelo de lo que desean.

«Es una especialidad muy rentable. Uno dice que no a un procedimiento y son 1.500 o 2.000 dólares menos», señaló al alertar sobre la «sobreoferta de cirugías estéticas» por parte de médicos no preparados para ello.