El socialista Pedro Sánchez defendió el miércoles la amnistía que acordó con los independentistas catalanes a cambio de su apoyo para obtener un nuevo mandato al frente del gobierno español, bajo duras acusaciones de la oposición de derechas.
«Hemos antepuesto el reencuentro a la venganza. En definitiva, la unidad a la fractura», afirmó Sánchez, en el poder desde 2018, durante su discurso de investidura ante el Congreso de los Diputados.
La futura ley de amnistía, destinada a pasar página del intento de secesión de Cataluña en 2017, «va a beneficiar a muchas personas, a líderes políticos cuyas ideas no comparto y cuyas acciones rechazo», admitió.
Pero es necesaria para cerrar las heridas abiertas por esa «crisis política de la que nadie se puede sentir orgulloso», continuó, asegurando que pretende garantizar «la unidad de España por la vía del diálogo y del perdón».
El debate, que empezó a mediodía y duró nueve horas y media, marcó la primera de las dos jornadas de la investidura, que concluirá el jueves con la votación que, salvo sorpresa mayúscula, encumbrará a Sánchez como presidente del gobierno para un nuevo mandato.
En su discurso, de una hora y 45 minutos, el socialista defendió la constitucionalidad de esta medida, a la cual se oponía en el pasado, y pidió a la derecha -que el domingo movilizó a cientos de miles de personas contrarias a la amnistía- que demuestre «responsabilidad».
– Mayoría absoluta –
Sánchez, que en las legislativas de julio quedó segundo por detrás de Alberto Núñez Feijóo, del Partido Popular (PP, conservador), consiguió sin embargo asegurarselos apoyos para continuar en el poder.
A diferencia del líder de la derecha, que no consiguió los votos para ser investido, el líder socialista consiguió el compromiso de respaldarle de numerosas formaciones políticas en las últimas semanas.
Sánchez contará el jueves con los votos de la izquierda radical, con la que gobierna desde hace tres años, tras comprometerse a aumentar nuevamente el salario mínimo y a reducir de 40 a 37,5 horas la duración de la semana laboral.
El socialista de 51 años consiguió igualmente la promesa de apoyo de los partidos vascos PNV y Bildu, así como de las formaciones independentistas catalanas, Juntos por Cataluña (Junts), de Carles Puigdemont, e Izquierda Republicana de Cataluña (ERC).
En total, tiene garantizados 179 votos a favor de los 350 diputados del Congreso.
Pero amnistía reclamada, entre otros, por Carles Puigdemont, quien huyó a Bélgica en 2017 para esquivar a la justicia española, despertó una fuerte división en la sociedad española y creó dudas sobre la capacidad de Sánchez para gobernar con tranquilidad.
– Vox compara a Sánchez con Hitler o Chávez –
Desde hace diez días se producen concentraciones diarias lideradas por la extrema derecha frente a la sede del Partido Socialista en Madrid, que en ocasiones degeneraron en episodios de violencia. El PP y Vox, que ha llamado a la «resistencia», planean multiplicar los recursos judiciales contra la amnistía.
«Desean una España resignada y silenciosa, pero no la van a tener», prometió Núñez Feijóo en su discurso en la sesión de investidura, augurando que «la amnistía no mejorará la convivencia».
Feijóo acusó a Sánchez de «corrupción política», porque, argumentó, «tomar decisiones contra el interés general a cambio de beneficios personales no tiene otro nombre».
El líder del partido de extrema derecha Vox, Santiago Abascal, acusó a Sánchez de dar «un golpe de Estado» y lo comparó con Hitler, o con el expresidente venezolano Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro.
«Este golpe lo disfrazarán con ropajes de legalidad, tampoco inventan nada nuevo. De la misma manera, con apariencias de legalidad, llegaron al poder personajes nefastos como Hugo Chávez, Maduro o Hitler», afirmó, antes de que la presidenta del Congreso lo llamara al orden.
Debido a la tensión que rodea a esta investidura, más de 1.600 policías -según el ministerio del Interior- se desplegaron alrededor del Parlamento, en un dispositivo equivalente al de un partido de fútbol de alto riesgo.
Sánchez «está vendiendo a España» a los independentistas catalanes, opinó Belén Valdez, una manifestante envuelta en una bandera española, junto a algunas decenas de personas situadas detrás del cordón policial establecido a bastante distancia del Congreso.