John Bowe ya nos explicó que existían ciertas frases que son una muestra de “buenos modales” y ahora explica justo lo contrario, aquellas frases “groseras” que usamos más de lo que pensamos y que pueden tener la culpa de que nuestro interlocutor se moleste.

Como nos preocupa la responsabilidad afectiva, y sabemos lo importante que es la comunicación en nuestro día a día, te contamos todas y lo más importante, te damos alternativas para que esa comunicación sea más efectiva.



“Si quieres mi opinión sincera…”

Disfrazar una opinión no solicitada de honestidad es, según Bowe, una grosería en toda regla. Y esta es la frase que más se repite, y a la que nos enfrentamos en más ocasiones por ejemplo cuando estamos contando un problema, o en las redes sociales sin ir más lejos, cuando alguien opina sin que se lo hayan pedido.

Según el experto, “la gente quiere ayuda, apoyo y soluciones”. Solo con cambiar esa opinión honesta por un “tal vez” estaremos cambiando la forma y el mensaje. O simplemente escuchando, sin opinar de nada. Subestimamos el poder del silencio y en una conversación hay veces que solo tenemos que escuchar y no hablar.



“Solo estaba bromeando”

“Lo siento” sigue siendo algo que nos cuesta decir. En palabras de Iria Reguera, psicóloga y redactora jefa de Trendencias, puede ser “nos da vergüenza de reconocer que nos hemos equivocado o hecho algo malo, porque entra en conflicto con tu autoconcepto”. Casi nunca pensamos que somos “malos” o justificamos lo que hace daño a otras personas con que no era nuestra intención. Pero es que aquí no importa la intención o no, sino el hecho de que eso que hemos dicho ha causado un daño. Y no pasa nada por reconocerlo.

Pedir perdón no solo es importante en una relación de pareja, especialmente si pensamos en que el perdón es parte fundamental de la responsabilidad afectiva. Cuando pedimos perdón estamos asumiendo nuestra responsabilidad al hablar y entendiendo que a veces, podemos decir algo que moleste aunque sea sin intención, y es un signo de inteligencia emocional.

Decir “lo siento” en lugar de “estaba bromeando”, que parece que elude esa responsabilidad sobre lo que decimos, es siempre mucho más productivo. No justifiques un error con una justificación diplomática, porque suena mucho peor.

“¿Quieres…?”

No es que esté mal siempre que decimos “quieres”. De hecho podemos decir “¿Quieres unas croquetas?” y jamás estaría mal. Pero sí cuando lo usamos para pedir algo o expresar una necesidad, por ejemplo con un “¿quieres tirar la basura?”. Aunque después se añada un “por favor”, el experto indica que la falsa cortesía indirecta parece en realidad despectiva.

En lugar de eso, podemos decir “¿Me harías un favor? ¿Puedes tirar la basura?”. De esta manera estamos siendo claras con lo que necesitamos y la solicitud es sincera y no una acusación velada.

“Así están las cosas”

Con esta frase lo que conseguimos según el experto en oratoria John Bowe, es que lo que vamos a decir es “la visión final y autorizada del tema en cuestión”. Como si fueran palabras escritas en piedra. Inamovibles. Y en una conversación escuchar las opiniones de los demás es un signo de que somos buenas conversadoras.

En lugar de ser tan categóricas, podemos dar nuestra opinión usando un “creo”, que ya pone en antecedentes a quien nos escucha de que vamos a darla.

”¿Verdad?”

Para John Bowe este “empujón retórico insistente” es un relleno inútil, y puede llegar a parecer que estamos condicionando la respuesta de nuestro interlocutor. “Eso te hizo estar triste, ¿verdad?”. Parece que estamos esperando que diga que sí, y tal vez lo que sintió es otra cosa. No demos por sentada la respuesta de la otra persona, escuchemos lo que nos tiene que decir sin esperar que nos confirme lo que creemos que quiere decirnos.

“Bueno, encuentra una manera”

Parece una frase salida de la boca de un gran magnate de una empresa a la que solo le importa el dinero, y lo típico que diría cualquier persona con un cargo a sus empleados a los que hace bossing. El experto afirma que un buen líder delega, pero también ayuda a sus empleados a superar obstáculos. La solución es sustituirlo por un lenguaje con un enfoque abierto y que busque encontrar una solución al problema, por ejemplo con un “hablemos de ello y encontremos una manera”.

“Es lo que hay”

Según John Bowe esta frase se suele utilizar como abreviatura de “no te quejes”. Pongámonos en contexto. Le cuentas a alguien un problema que tienes y la conversación termina con esa persona diciéndote “es lo que hay”. Lo menos que te pasará es que te mosquees y que su contestación sea el final de la conversación.

En su lugar podemos ofrecer un poco de curiosidad y empatía con algo tan simple como “Qué difícil. Lamento que estés pasando por eso”. Es una forma de que la otra persona se sienta escuchada y comprendida, algo que a todo el mundo le gusta.

“Obviamente…”

El experto afirma que “esta palabra transmite sutilmente que cualquiera que no esté de acuerdo con él, está equivocado”. De nuevo lo mejor es no decir nada y dejar que el silencio hable, incluso aunque creas que llevas razón. No necesitas demostrarlo con una frase que suena tan arrogante. / De Anabel Palomares