En la historia de la República Dominicana, el nombre de Rafael Leonidas Trujillo Molina sigue resonando como un eco macabro de opresión y dictadura. Su sombra, que creímos extinta, parece alargarse nuevamente sobre nuestro país con la aprobación de la Ley 01-24 que crea la Dirección Nacional de Inteligencia, una medida que recuerda los peores momentos de la tiranía trujillista y su temido Servicio de Inteligencia Militar (SIM).

¿Quién necesita esta ley? ¿A quién pretenden proteger con la sombra del miedo y la vigilancia constante? Son preguntas que deben resonar en la mente de cada dominicano preocupado por nuestra seudo-democracia y los derechos humanos en nuestra tierra. La rapidez con la que esta ley fue aprobada levanta sospechas sobre las verdaderas intenciones del gobierno y sus aliados políticos.



Resulta alarmante que, en plenas festividades navideñas, momento de distracción y celebración para muchos dominicanos, se haya perpetrado este atropello a nuestra libertad y soberanía. ¿Qué mejor momento para pasar desapercibida una ley que otorga poderes excesivos al gobierno, bajo la máscara de la seguridad nacional?

La falta de transparencia y la nula participación ciudadana en la creación y aprobación de esta ley son un insulto a los principios democráticos que tanto hemos luchado por defender. ¿Dónde queda la voz del pueblo en un proceso legislativo que se lleva a cabo a puertas cerradas y en la oscuridad de la noche?



Lo más sorprendente, y a la vez desgarrador, es la complicidad de todos los representantes en el Congreso, donde sólo uno de sus miembros alzó su voz en disidencia. ¿Cómo es posible que nuestros supuestos representantes se hayan unido en una sola voz para aprobar una ley que atenta contra los derechos y libertades que juraron proteger?

Esta ley, con su aura de secretismo y control, es inconstitucional en su esencia misma. No respeta los principios fundamentales de nuestra Carta Magna ni los derechos inalienables de los dominicanos. Es una afrenta a la democracia y una traición a los ideales de libertad por los que tantos han luchado y sacrificado.

Llamamos al pueblo dominicano a levantarse en rechazo unánime a esta ley indignante. No permitamos que el fantasma de la dictadura se apodere nuevamente de nuestra patria. Exijamos transparencia, participación ciudadana y respeto por nuestros derechos fundamentales. No dejemos que el legado de Trujillo empañe nuestro futuro. La lucha por la libertad y la justicia debe continuar, ahora más que nunca.

Por Felipe Lora Longo