Nació el 13 de octubre de 1882 en la ciudad de Puerto Plata. Hija del matrimonio Manuel Cocco Alum y doña Catrina Pastoriza.

Tuvo como sus primeros receptores a las hermanas Newman. Realizó sus primeros estudios de teoría, solfeo y piano con la profesora Albertina Poloney, de grata recordación para los puertoplateños.



Posteriormente hizo un curso de música avanzada y canto oral con la distinguida profesora Marina Agüero.
Siendo aún adolescente, Mercedes Cocco Pastoriza fue enviada por sus padres a realizar estudios a los Estados Unidos en un colegio llamado para aquella época y allí estudió piano y canto y finalmente arpa (instrumento musical de 56 cuerdas).

Después de recibir clases de música le dieron una medalla de oro cuando se graduó de piano, canto y arpa, convirtiéndose en la primera arpista dominicana.



Cuando regresó a su ciudad natal de Puerto Plata, en 1901, se dedicó a la enseñanza de la música. Fundó el coro Santa Cecilia de la Iglesia San Felipe de Puerto Plata. Según el culto católico, la Santa Cecilia es la protectora de los músicos.

Contrajo nupcias con Emilio Zéller Julia (quien había nacido el 3 de enero de 1884, hijo de Gustavo Zéller y Dolores Julia) y procrearon cuatro hijos: Letty, Emilio, Alberto, Enrique Zéller Cocco.

La orquesta dirigida por el profesor José María Rodríguez Arresón acompañó a la arpista, cantante y pianista Mercedes Cocco Pastoriza.

Doña Mercedes Pastoriza viajó por diferentes países del mundo, enseñando sus conocimientos artísticos y siendo reconocida en cada país visitado.

Fue buena madre con sus hijos. Se preocupó por la educación de ellos. Esposa ejemplar.

El doctor Sebastián Rodríguez Lora ha dicho sobre el matrimonio Zeller-Cocco: «esa pareja, una de las más nuestras. Humana al fin y al cabo. A doña Cheché no podía faltarle su vía crucis. A don Emilio tampoco. Todos lo tenemos, embozado o manifiesto. Cual fuera el de cada uno de ellos no viene al caso. Tal vez don Emilio alguna vez musitó para sus adentros la terrible confesión de Edgar Allan Poe: «Tengo momento de horrible cordura». Y doña Cheché alguna vez suspiraría tímidamente en su sonora soledad con Dios, la frase aquella que parece teresiana, aunque es de pura casta cervantina: «Entre mí y el cielo pasarán mis quejas, sin querer que las oiga el mundo».

Ambas frases, que merecen nuestra más respetuosa discreción, se enlazan en un contrapunto humano primordial que por ser humano es hondamente doloroso y, diciéndolo sin rodeos, trágico como la vida misma».

Doña Mercedes Cocco Pastoriza vivió para la música y siempre fue música. Una mujer dotada de una inteligencia brillante. Buena lectora de libros. Adquirió una sólida formación profesional y también intelectual sin paralelo en nuestro país.

Llegó a los cien años de vida.
Doña Mercedes Cocco Pastoriza (o como la llamaban los puertoplateños, Doña Cheché), murió en Santiago de los Caballeros el día 23 de enero de 1982.
Texto: Juan Ventura
Historia Dominicana en Gráficas