Reuniones superfluas, papeleo interminable, superiores mediocres: ¿quién no lo conoce? Los empleos con exigencias sin sentido erosionan la salud a largo plazo. El reportaje muestra en clave de humor cómo malgastamos nuestra energía laboral.

El trabajo puede ser gratificante. O así debería serlo. Pero muchas personas con empleos de oficina se sienten infelices en su labor.



Obviamente, se podría decir que es un malestar relativo del mundo industrializado, que esas personas tienen un empleo seguro, físicamente poco exigente y a menudo bien remunerado, y que mucha gente en el planeta sufre una situación mucho peor. Pero, ¿el despilfarro sin precedentes de recursos humanos no es también uno de los grandes dramas de nuestro tiempo?



«Trabajo sin sentido” explora las razones por las que directivos muy bien pagados están tan dispuestos a repetir frases huecas, seguir métodos de gestión absurdos y envenenar el entorno laboral en beneficio de los y las accionistas.

Según una encuesta de Gallup, sólo el 13% de la población activa intenta hacer bien su trabajo. El 64% es indiferente a su tarea y sólo quiere cumplir razonablemente bien su jornada laboral con un mínimo de esfuerzo. Un 25% de los encuestados incluso trabaja en contra de la empresa porque odia su trabajo. Las cifras varían de un país a otro, pero la tendencia se observa en todo el mundo.

El hecho de no ver sentido a su labor enferma a muchas personas. En el reportaje, pacientes con burnout hablan de sus experiencias. Sus declaraciones son analizadas y comentadas, entre otros, por la psicóloga Christina Maslach, pionera en Berkeley de la investigación sobre el burnout.